La violencia en el noroeste de Siria desplazó a más de 38.500 personas en lo que va de septiembre en medio de una escalada de las “hostilidades” en la provincia de Idlib, blanco de los bombardeos del régimen y de su aliado ruso, anunció este jueves la ONU.

“Entre el 1 y el 12 de septiembre, las informaciones disponibles señalan que el fuerte aumento de las hostilidades y los temores de una nueva escalada condujeron al desplazamiento de más de 38.500 personas”, señaló la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).

Ayer miércoles, los bombardeos del régimen sirio continuaron el último bastión insurgente de Siria, en vista de una ofensiva apoyada por Rusia que deja planear la amenaza de un “baño de sangre”, según el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Idlib “no debe convertirse en un baño de sangre”, dijo el martes durante un discurso solemne Guterres, en el que pidió a Rusia, Irán y Turquía hacer todo lo posible para proteger a los civiles y evitar un “baño de sangre”.

Una ofensiva militar del régimen en Idlib “desencadenaría una tragedia humanitaria sin precedentea”, consideró, durante una sesión del Consejo de seguridad de la ONU dedicada esencialmente a la situación en Idlib.

Asimismo, el lunes, desde la entidad advirtieron que la batalla de Idlib podría convertirse en la “peor catástrofe humanitaria” del siglo XXI.

“Tiene que haber maneras de solucionar este problema sin que Idlib se convierta en la peor catástrofe humanitaria con la mayor pérdida de vidas humanas del siglo XXI”, indicó el subsecretario general de la ONU para los Asuntos Humanitarios.