Los occidentales continuaban estudiando este viernes sus opciones militares contra el régimen sirio de Bashar al Asad, al que acusan de haber perpetrado un ataque químico, al tiempo que intentan evitar una escalada con Rusia, que blande la amenaza de una “guerra” en caso de bombardeos.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe reunirse durante la jornada en Nueva York a pedido de Moscú, después de que la víspera se anunciara que el presidente estadounidense, Donald Trump, no ha tomado aún una “decisión final” sobre un eventual ataque en represalia contra Siria.

“La prioridad es evitar el riesgo de una guerra” entre Estados Unidos y Rusia, afirmó el jueves el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia. Moscú, aliado fiel del régimen, tiene desplegadas tropas en Siria.

“Buscamos detener la masacre de inocentes”, declaró el secretario de Defensa estadounidense, Jim Mattis, ante el Congreso, donde abordó el tema de una respuesta militar de Estados Unidos y sus aliados, Reino Unido y Francia, contra el régimen de Al Asad.

No obstante, “en el plano estratégico”, la cuestión es saber cómo evitar una escalada fuera de control”, agregó, dejando entrever reticencias a atacar.

El presidente estadounidense continuó las discusiones el jueves por la noche con sus aliados, pero parecía bajar el tono bélico después de haber anunciado a principios de semana un ataque inminente con el régimen de Damasco.

El jueves por la noche un portavoz de Downing Street confirmó que Trump y la primera ministra británica, Theresa May, mantuvieron una conversación telefónica en la que afirman que es “vital no dejar sin respuesta el uso de armas químicas”.

Londres, prudente

Sin embargo, Londres se mantenía prudente sobre su participación a un potencial ataque militar. Hasta ahora privilegia la “coordinación de una respuesta internacional” sobre un asunto que divide profundamente a la opinión y a los políticos británicos.

El jueves, el presidente francés, Emmanuel Macron, se mostró también evasivo sobre la inminencia de un ataque, aunque aseguró que tiene “pruebas” sobre la responsabilidad del régimen de Al Asad en el presunto ataque químico que según organizaciones locales mató a por lo menos 40 personas el 7 de abril en Duma, cerca de Damasco.

Una acusación que Rusia niega. “Disponemos de pruebas irrefutables de que se trató de una nueva puesta en escena, y que los servicios especiales de un Estado actualmente en primera línea de una campaña rusófoba participaron” en ella aseguró el viernes el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.

La canciller alemana Angela Merkel dijo por su parte que era “evidente” que el régimen sirio dispone aún de armas químicas, pero dejó claro que Berlín no participará en una acción militar contra Damasco.

“No nos sorprendamos si al final, la furia de guerra que exhibió Trump esta semana sobre Siria termina con un acuerdo con Rusia para reprimir a Al Asad y suspender las operaciones planeadas en Deraa e Idlib (últimos enclaves rebeldes)”, comentó en Twitter Nicholas Heras, analista de la fundación estadounidense de Jamestown.

Expertos en Siria

La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) anunció que sus expertos se dirigían a Siria y que el sábado comenzarán su trabajo para investigar las acusaciones de un ataque con gases tóxicos.

El Kremlin aseguró que la línea de comunicación entre militares rusos y estadounidenses sobre sus operaciones en Siria, destinada a evitar incidentes, seguía “activa” de ambos lados.

“Cualquier acción contribuirá únicamente a desestabilizar aún más la región”, advirtió por su parte Al Asad.

Suecia presentó el jueves ante el Consejo de Seguridad un proyecto de resolución sobre el envío de una misión de la ONU a Siria para extraer las armas química “una vez por todas”, según el texto que obtuvo la AFP.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se declaró el jueves preocupado por el “pulso” que libran en Siria algunas potencias extranjeras.

Según los cascos blancos, una organización de socorristas que operan en zonas rebeldes, y la ONG Syrian American Medical Society, más de 40 personas murieron en el ataque con “gases tóxicos” atribuidos al régimen, y centenares resultaron heridas.

Además, según estas fuentes, “unos 500 pacientes tenían rastros y síntomas coherentes con una exposición a productos químicos tóxicos”.

El ejército ruso, que apoyó militarmente a Damasco desde septiembre 2015, anunció el jueves que la bandera del gobierno sirio ondeaba nuevamente en Duma, lo que significa la conquista total de Guta Oriental, región al este de Damasco.