Mientras Francia rinde un homenaje nacional a Samuel Paty, el profesor de Historia y Geografía decapitado por un terrorista el año pasado por haber mostrado caricaturas de Mahoma, sus colegas intentan seguir dando clases. Una encuesta revela que casi uno de cada dos profesores se autocensura.

El 16 de octubre de 2020, Samuel Paty, profesor de Historia y Geografía del establecimiento Bois-d’Aulne de Conflans-Sainte-Honorine (Yvelines) fue decapitado por un terrorista islámico, por haber mostrado unos días antes caricaturas del profeta Mahoma en una clase de Educación moral y cívica.

Un año después, sus colegas siguen enfrentándose a una problemática compleja.

¿Mostrar las caricaturas y defender la libertad de expresión cueste lo que cueste, o ser prudente a la hora de hablar de estos temas?

“Enseñar sin temblar”

“Prefiero continuar con el trabajo de Samuel Paty: enseñar sin temblar, utilizar caricaturas cuando sea necesario, de Mahoma, pero no sólo. En definitiva, seguir siendo profesor”, resume Paul, profesor de Historia en la región de Oise, en el diario Le Parisien.

“El mejor homenaje es seguir enseñando como antes, aunque no hayamos digerido su asesinato. Hay una especie de legado”, coincide Christine Guimonnet, secretaria general de la Asociación de Profesores de Historia y Geografía (APHG).

“Como antes”, insiste Hélène, profesora en Sceaux.

“Desde que empecé, utilizo en clase caricaturas de todo tipo: guerras mundiales, la Quinta República, religiones… Está en el plan de estudios oficial”, enfatiza.

“Ahora sopeso cada palabra”, tras asesinato de Samuel Paty

Algunos profesores reconocen no obstante que están traumatizados y que el asesinato de su colega los ha llevado a ejercer una forma de autocensura.

Según una encuesta realizada en enero por IFOP para la Fundación Jean-Jaurès y el semanario Charlie Hebdo, casi uno de cada dos profesores afirma que se censura en clase cuando enseña sobre temas religiosos.

La misma encuesta mostró sin embargo que el 75% de ellos apoya la decisión de Samuel Paty de utilizar las caricaturas de la prensa en las lecciones sobre la libertad de expresión.

“Cuando volví de las vacaciones de Todos los Santos [en 2020], dejé de hacer ciertas cosas en clase, como mostrar caricaturas del profeta Mahoma o de cualquier otra religión”, relata un profesor de la región de Isla-de-Francia en Le Parisien.

“En las clases de educación moral y cívica, había presentado varias veces los dibujos satíricos del danés Kurt Westergaar”, dijo.

“Era una forma fácil de hablar a mis alumnos sobre la libertad de expresión, de anclar el tema en una noticia que podrían haber visto en la televisión. Pero hace un año que se acabó”, agregó.

“Ahora sopeso cada palabra”, lamenta asimismo una colega de Samuel Paty en el diario Libération, sin revelar su identidad. La mujer teme que sus comentarios puedan ser “malinterpretados por los estudiantes y ampliamente difundidos como ocurrió con Samuel”.

Sentimiento de abandono

Como prueba de cierta inquietud, “hay solicitudes de protección funcional que surgen, sin que tengamos las cifras”, precisa Sophie Vénétitay, secretaria general del sindicato de profesores Snes-FSU.

Los profesores temen sobre todo que la administración no les apoye en caso de problemas con los padres. En el caso de Samuel Paty, se acusa a sus superiores de no haber hecho lo necesario cuando un padre lanzó la controversia en las redes sociales.

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Las herramientas educativas desarrolladas por el Ministerio de Educación, como un “guía republicana” y una serie de carteles sobre el laicismo, pesan poco en la balanza frente a los riesgos asumidos por los profesores, que piden formaciones y clases más reducidas para permitir un debate en buenas condiciones.