En un sistema semipresidencialista que le otorga ciertas potestades, el presidente luso y claro favorito a la reelección, Marcelo Rebelo de Sousa, ha llevado la figura del jefe del Estado a un foco mediático al que los portugueses no estaban acostumbrados, moviéndose en los límites de sus poderes.

El conservador Rebelo de Sousa se enfrenta este domingo a las urnas con la estela de favorito en los sondeos, que le auguran una victoria clara en primera vuelta, con cinco años de mandato a la espalda en los que ha sido una constante en los medios y ha participado y comentado prácticamente a diario la actualidad.

Una actitud muy diferente a la de sus predecesores y con la que ha estirado los márgenes de sus poderes, pero sin llegar a violar la Constitución.

“No podemos decir que pasó los límites en un sentido objetivo, porque no hizo nada que fuese inconstitucional. Pero reinterpretó las funciones presidenciales”, explicó la profesora de la Universidad de Lisboa, Paula Espírito Santo, que ha analizado en varios artículos académicos el particular estilo de Rebelo de Sousa.

Experto en Derecho Constitucional que, como diputado, participó en los trabajos para elaborar la Carta Magna, Rebelo de Sousa conoce bien los poderes que le otorga, desde disolver el Parlamento y convocar elecciones hasta vetar leyes y ser el comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

El poder ejecutivo recae únicamente sobre el gobierno. Aun así, el presidente no siempre se ha mantenido al margen de los asuntos del Ejecutivo y han sido frecuentes sus comentarios sobre temas que atañen a varios ministerios, que a veces han levantado críticas sobre si estaba hablando de más.

“Es prácticamente omnipresente en el espacio público. No estamos habituados a tener esta presencia constante”, señala Espírito Santo.

Los incendios, su momento más presente

El momento que más ha marcado su presidencia fue la tragedia de los incendios de 2017. Cuando se percató de la dimensión que alcanzaba el fuego de Pedrógão Grande -que dejó 64 muertos-, Rebelo de Sousa se montó en su coche y se trasladó allí.

Llegó antes que la entonces ministra de Administración Interna y sus sentidos abrazos con los afectados quedaron como la imagen de aquella noche.

Pero no sólo se mostró solidario y cercano al pueblo. Cuando la tragedia se repitió meses después con varias decenas de muertos, quedó patente la influencia que puede tener sobre el gobierno.

Tras dos días de silencio, pronunció un duro discurso en el que exigía un “cambio de ciclo político”, que precipitó la dimisión de la ministra de Administración Interna al día siguiente.

Fue uno de los momentos más tensos entre un jefe de Estado conservador y un gobierno socialista que, contra pronóstico, han mostrado una gran sintonía a lo largo de cinco años, que aun así no ha impedido que Rebelo de Sousa usara su poder para vetar leyes.

Muy activo en los vetos

El presidente de Portugal tiene poder de veto absoluto sobre las leyes que aprueba directamente el gobierno y relativo para las del Parlamento.

En este caso, puede vetar y devolver una ley a la Cámara, pero si vuelve a ser aprobada en las mismas condiciones está obligado a promulgarla o enviarla al Tribunal Constitucional para su revisión.

En cinco años, Rebelo de Sousa ha utilizado este poder muy a menudo: hasta en 23 ocasiones, casi tantas como su antecesor, Aníbal Cavaco Silva, en los diez años que estuvo en la jefatura de Estado.

La gran mayoría, 18, eran normas del Parlamento, y las 5 restantes del gobierno.

Aunque matiza que habría que estudiar caso a caso, Espírito Santo considera que, con esta cantidad de vetos, “objetivamente no hubo un apoyo político (al gobierno) tan fuerte como podríamos pensar”.

Con la pandemia, Rebelo de Sousa ha usado además un poder presidencial al que nunca se había recurrido en democracia, la declaración del estado de emergencia y sus sucesivas renovaciones.

Aunque exige el visto bueno del Parlamento, el presidente es el único que puede declararlo formalmente.

¿Segundo mandato más calmado?

Si el domingo se confirman los pronósticos, Rebelo de Sousa mirará hacia un segundo mandato en el que, tradicionalmente, los presidentes suelen ser menos activos.

También porque, al no estar permitido encadenar más de 10 años en la jefatura de Estado, “suelen ser más independientes de las fuerzas políticas y autónomos porque no necesitan apoyos políticos para volver a presentarse”, recuerda la profesora de la Universidad de Lisboa.

En el final de este primer mandato Rebelo de Sousa ya ha empezado a moderar su presencia mediática y sus intervenciones, también empujado por la pandemia, que le ha impuesto una distancia física incompatible con la presidencia de abrazos, selfies y cercanía con los portugueses que había popularizado.