En Alemania escasea el personal de cuidado, por lo que el país debe contratar por año más de 10.000 enfermeros y enfermeras extranjeros. Muchos de ellos vienen de Latinoamérica, a través de agencias intermediarias.

El medio independiente alemán Correctiv investigó algunas de ellas y reveló prácticas peligrosas, detalladas por Radio Francia Internacional.

Con publicidades alegres y cálidas, Alemania busca atraer enfermeras y enfermeros extranjeros. Como en varios países europeos, la población alemana envejece y hace falta personal para cuidarla, aún más desde el inicio de la epidemia.

Por ello, los hospitales y clínicas acuden a agencias privadas, encargadas de seleccionar profesionales de la salud en los Balcanes o en países latinoamericanos y asiáticos. También facilitan su instalación en su nueva vida alemana.

“Les ofrecen clases de alemán, los preparan para viajar a Alemania, facilitan sus trámites en la compleja burocracia y a cambio los hospitales pagan una comisión entorno a las 10.000 o 15.000 euros por persona reclutada”, explica Olaya Argüeso, jefa de redacción de Correctiv, un medio independiente de investigación en Alemania.

En un artículo titulado “Enfermeras a la venta”, su equipo periodístico revela que las solicitudes de los hospitales se ha transformado en un jugoso negocio para ciertos intermediarios inescrupulosos.

“Como todo en esta vida, hay empresas que se comportan de manera ética y otras que no”, lamenta Argüeso. Enfermeros y enfermeras latinoamericanos contaron que fueron a trabajar a Alemania a través de agencias con practicas dudosas y que acabaron pagando caro el precio.

Proceso acelerado de idiomas

“Tuve que vivir en carne propia su inexperiencia al enfrentarse a los diferentes entes gubernamentales y su burocracia. No tenían la más mínima idea de qué hacer”, dice en el artículo una mujer a la que llamaron Johanna Salinas. Un mes después de su llegada a Hamburgo, la enfermera colombiana se ve obligada a devolverse.

“Cuando la empresa de intermediación no es seria, trata de forzar el proceso de aprendizaje de la lengua en un periodo muy corto de seis y ocho meses”, detalla Argüeso. Los procesos de homologación de título y los trámites de visado son pesados y algunas agencias no acompañan adecuadamente a los profesionales extranjeros.

El medio advierte que “lo más peligroso es que en muchos casos se incluyen cláusulas de penalización que obligan al enfermero o enfermera a permanecer, hemos visto, hasta cinco años con el mismo empleador”.

Esto se explica porque las necesidades de personal de cuidado se concentran muchas veces en zonas rurales o periurbanas y no en polos de gran actividad. Algunos profesionales, que creían ir a trabajar a Berlín o Hamburgo, se encuentran en regiones o en estructuras no deseadas. “En caso de que quiera abandonar el puesto de trabajo antes, debe abonar los costes que el hospital tuvo que pagar a la agencia”, explica Olaya Argüeso.

“Esclavizar por la deuda”

Correctiv cuenta la historia de Anabel Flórez, quien se enteró a su llegada a Alemania que iba a trabajar en una residencia de ancianos y no en un hospital. “Los dueños de la residencia fueron encantadores, pero para mí era muy frustrante retroceder profesionalmente de esa manera. Después de tres meses, me fui”, cuenta la enfermera.

Por ello, tuvo que reembolsar parte de los gastos de la agencia, es decir 4.500 euros (más de 4 millones de pesos chilenos). “Es una forma moderna de esclavizar a través de la deuda. ¿Cómo va a devolver esa cantidad un empleado que quizás no gana mucho más que el salario mínimo?”, dice al medio alemán la abogada laboralista Christiane Brors.

Los expertos de derecho del trabajo afirman que estos métodos lindan con la ilegalidad.

“Hay que ser precabido. Este negocio mueve mucho dinero”, concluye Argüeso. “Al final del año vienen 10.000 o 12.000 personas para trabajar”. En la ultima década de hecho se ha multiplicado por 24 la cantidad de títulos de enfermería extranjeros homologados en Alemania.