Con un espléndido día soleado, los habitantes de la capital francesa retomaron este martes a practicar una de sus costumbres preferidas: tomar un café en la terraza de bares y bistrós, que volvieron a abrir parcialmente este martes.

“Me tomé un café y ahora me voy a pasear un poco por París”, explica Cédric en el mítico Café de Flore, en el Barrio Latino. “Bajo este sol y en la terraza, en el boulevard Saint Germain, nos da la impresión de volver a la vida”, agrega al micrófono de RFI.

Philippe, 61 años, dice que sigue “estresado por este virus”. Comenzó comprobando que “se respetan las distancias” antes de saborear su café, “un gran placer, un poco de sensación de libertad recuperada”.

El “Flore” reabrió su terraza este martes a las 7:30. Con algunos cambios: un cordón marca la cola para sentarse, las mesas se extienden hasta la ventana de la librería adyacente y muerden una esquina del pavimento. Cuando un solo cliente se sienta, una cruz roja le recuerda que la segunda mesa es inutilizable, y todo el personal lleva mascarilla.

Felipe, uno de los meseros, explica a Radio Francia Internacional que necesita habituarse a las nuevas condiciones.

“Es bastante diferente. Hay que llevar la mascarilla todo el tiempo, hay que acostumbrase porque hay que usarla ocho horas. Puede ser complicado pero es importante ponérsela”, recalca.

La normalidad es relativa, ya que hay menos meseros. “Tuvimos que reducir el personal porque vamos a trabajar con menos mesas disponibles. Pero para la reapertura, la gente vino, todo está transcurriendo muy bien. Es algo muy bueno que las cosas retomen”, agrega Felipe.

Frente al Café de Flore, Les Deux Magots, otra institución del París literario, sólo abrirá el viernes y el café Louise permanece cerrado.

El presidente francés Emmanuel Macron celebró este martes la reapertura de los cafés con un tuit:

“¡La reapertura de cafés, hoteles y restaurantes marca el regreso de los días felices! Sin duda, los franceses estarán allí para redescubrir esta parte del espíritu francés, nuestra cultura y nuestro arte de vivir. En estos tiempos difíciles, el Estado seguirá apoyando a este sector”, escribió

Lejos del Boulevard Saint-Germain, visitado sobre todo por turistas, el barrio hípster del Canal Saint-Martin, al noreste de la capital, también ve regresar los habitués a sus cafés.

Charlotte, treintañera, se despertó “sólo por eso” para sentarse en Chez Prune, una institución en el Canal Saint-Martin. “Estamos muy contentos, es el café de abajo, estamos contentos de ver que se reabre, incluso hay sitio”, dice la parisina, que ha vivido su vida en un pequeño apartamento sin espacio exterior.

Un poco más adelante, un grupo de padres están charlando, felices de reunirse alrededor de un café que es tanto más sabroso cuanto más espaciadas están las mesas
. “Normalmente estamos todos amontonados, pero esto es agradable”, explica Anne, 46 años.

Estas escenas de cafés con el interior vacío y las terrazas funcionando a medias tienen lugar en toda la región parisina, así como en los territorios de ultramar de la Guayana Francesa y Mayotte, zonas clasificadas como naranja por estar aún bajo mayor presión de coronavirus.