Los presidentes ruso, Vladimir Putin, y ucraniano, Volodimir Zelenski, se pusieron de acuerdo este lunes para trabajar en la retirada de tropas de tres zonas disputadas de aquí a finales de marzo de 2020, tras una cumbre en París junto a sus homólogos francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, sobre el conflicto que les opone.

Se trata de una de las medidas acordadas para impulsar el proceso de paz en Ucrania, si bien sus diferencias sobre el aspecto político del mismo quedaron patentes, y se dieron cuatro meses para superarlas.

Las partes se ponen de acuerdo “sobre el objetivo de proceder a la retirada de las fuerzas y los equipos de aquí al final de marzo de 2020”, según la declaración conjunta publicada en la cumbre “formato Normandía”.

Zelenski, sin embargo, lamentó los “pocos” resultados obtenidos sobre la guerra con los separatistas prorrusos en el este de Ucrania durante la cumbre a cuatro bandas en París.

“Se abordaron muchas cuestiones, mis homólogos dijeron que es un resultado muy bueno para un primer encuentro. Para mí, lo digo honestamente, es muy poco: querría resolver un mayor número de problemas”, declaró durante una rueda del prensa al término de la mentada reunión.

A contramano, Putin reconoció que se dio un “paso importante” hacia una desescalada y “quizá” un deshielo, y añadió que “Rusia hará cuanto esté en su mano para que termine el conflicto”.

“El proceso está desarrollándose en la buena dirección, porque hubo intercambios de prisioneros, porque llegamos a una retirada en tres puntos claves y porque nos encontramos en este formato Normandía”, declaró.

Al menos, los cuatro dirigentes se pusieron de acuerdo en un punto después de que el proceso de paz estuviera en punto muerto durante tres años: “El hecho de que estemos unos al lado de otros es [ya] de por sí un resultado importante”, destacó Emmanuel Macron.

El presidente francés describió como una “herida abierta en el corazón del continente europeo” la guerra que libran Kiev y los separatistas prorrusos, que dejó más de 13.000 muertos en el Donbass, el bastión industrial del este ucraniano, y un millón de desplazados desde 2014.

La cumbre envió varias señales positivas, desde la consolidación del alto el fuego a un nuevo intercambio de todos los prisioneros que quedan antes del fin de diciembre, pasando por una nueva retirada de combatientes de tres zonas en un plazo de cuatro meses.

Divergencias sobre la frontera

El presidente ucraniano no pudo obtener las concesiones que reclamaba para organizar elecciones locales en el Donbass, pues Kiev teme que éstas se hagan conforme a las condiciones de los separatistas y que no sean libres y transparentes.

El presidente ucraniano reclama el desmantelamiento previo de todos los grupos armados “ilegales” -incluido los separatistas prorrusos y sus aliados rusos- y el regreso del control de Kiev en la frontera con Rusia.

“Tenemos divergencias completas sobre la frontera”, recalcó, mientras que Moscú reclama que se apliquen los acuerdos de Minsk, que prevén que Kiev recupere el control de la frontera únicamente después de que se celebren elecciones.

Volodimir Zelenski, novato en política, está bajo la presión de la opinión en su país, que teme que haga demasiadas concesiones.

En los últimos días se celebraron varias manifestaciones. Según la agencia Interfax, los manifestantes que se reunieron el lunes por la noche frente a la presidencia ucraniana, consideraron que el jefe del Estado “no cruzó ninguna línea roja” en París.

Nueva cumbre

Para intentar superar las diferencias, los cuatro dirigentes acordaron que sus ministros de Exteriores deberán negociar sobre “las condiciones políticas y de seguridad” con vistas a las elecciones y reunirse en una nueva cumbre en un plazo de “cuatro meses”.

El primer encuentro entre el presidente ruso y el joven presidente ucraniano, un exactor que llegó al poder en mayo, era muy esperado.

Los dos mandatarios se encontraron cara a cara alrededor de una mesa redonda en el salón del palacio presidencial del Elíseo junto a Emmanuel Macron y Angela Merkel. Y luego participaron en un encuentro bilateral durante hora y media.

Volodimir Zelenski, que fue elegido en abril tras haber prometido que pondría fin al conflicto en el este prorruso del país, incluso hizo un gesto de “paz” con los dedos al llegar al palacio presidencial, a primera hora de la tarde.

Durante la rueda de prensa, defendió su causa, mientras que su homólogo ruso, que llegó en posición de fuerza a París, se mostró más circunspecto.

Este tipo de cumbre bilateral, de formato “Normandía” -por el nombre de la región francesa en la que se celebró la primera de los dirigentes de los cuatro países en 2014- no se había celebrado desde 2016.

Occidente y Ucrania acusan a Moscú de financiar y de armar a los rebeldes, lo que Rusia niega, afirmando que desempeña un rol político-humanitario para proteger a las poblaciones locales de habla rusa.

Los combates se redujeron desde los acuerdos de Minsk en 2015. Pero 80.000 hombres siguen en la línea de frente, a lo largo de 500 kilómetros, y cada mes se producen víctimas mortales.

Desde el cambio de presidente en Ucrania, se sintió un cierto alivio de las tensiones: se produjo el intercambio de 70 prisioneros -entre ellos figuras muy simbólicas-, las tropas retrocedieron en tres pequeños sectores de la línea de frente y los buques de guerra que habían sido interceptados por Rusia fueron devueltos.