Dos hermanas parricidas deberán ser juzgadas por asesinato con premeditación, concluyeron el martes los investigadores del caso, que se convirtió en un símbolo de la lacra de la violencia doméstica en Rusia, y de la dejadez de las autoridades para combatirla.

En el crimen también habría participado una tercera hermana, que tenía diecisiete años en aquel momento, y que no fue acusada de asesinato.

El caso de las hermanas Jachaturian -Krestina, Angelina y María- conmocionó al país en julio de 2018, cuando tras años de abusos físicos, sexuales y psicológicos, decidieron matar a su padre, Mijaíl, con un cuchillo y un martillo.

“El móvil de las acusadas era el daño personal debido al sufrimiento físico y psíquico al que sometió el padre a sus hijas durante mucho tiempo, lo que la investigación considera como circunstancias atenuantes”, señaló el martes en un comunicado el Comité de Investigación de Rusia, encargado de los casos considerados más importantes.

El organismo, sin embargo, solicitó que dos de las tres hermanas, Krestina y Angelina, sean juzgadas por “asesinato cometido en grupo con premeditación”, lo que podría costarles 20 años de prisión.

Respecto a la más joven, Maria, que era menor de edad en el momento de los hechos, el Comité pidió a la Fiscalía que ordene “una obligación de cuidados médicos”. No precisó porqué decidió esas medidas.

Legítima defensa

La abogada de Angelina Jachaturian, Mari Davtian, denunció la calificación de los hechos y consideró “que hay pruebas más que suficientes que demuestran que actuaron en situación de legítima defensa”.

El abogado de Krestina, Alexei Liptser, destacó que ambas jóvenes pedirán que el proceso se realice con un jurado y no solo con magistrados profesionales.

“Un jurado podría incluso absolverlas, y no solo reducir la pena”, explicó.

En junio, Liptser declaró que las dos hermanas mayores decidieron matar a su padre porque estaban convencidas de que una de ellas acabaría muriendo si seguían sometidas a su progenitor.

El día del crimen, esperaron a que se durmiera antes de asestarle decenas de puñaladas y de golpes con el martillo. Las tres hermanas tenían entonces 19, 18 y 17 años.

El caso de las hermanas Jachaturian despertó una ola de indignación en Rusia, donde algunas formas de violencia en el círculo familiar fueron despenalizadas en 2017.

Más de 160.000 personas firmaron una petición para que las hermanas Jachaturian fueran liberadas y hubo manifestaciones de apoyo. También hubo quien se manifestó a la sede de la Fiscalía y del tribunal.

Aunque fueron puestas en libertad, se les prohibió comunicarse entre sí.

Las asociaciones se movilizaron para que se apruebe una legislación que incluya penas más duras para los autores de la violencia y medidas más efectivas para proteger a las víctimas.

La semana pasada se presentó una propuesta de ley al respecto, pero su aprobación sigue siendo una quimera después de que dignatarios de la Iglesia ortodoxa se pronunciaran en contra y 200 organizaciones presentaran una petición al presidente, Vladimir Putin, para que bloquee un texto que iría, según ellas, en contra de las tradiciones.