Camuflados entre las prestigiosas viñas de la región de Borgoña, policías franceses patrullan noche y día a la espera de los ladrones de uvas, con las que se fabrican algunas de las botellas de vino más caras del mundo. ¿Los ladrones? La respuesta suele encontrarse en el vecindario.

En el corazón de los viñedos más prestigiosos de Borgoña, si se presta un poco de atención, se puede entrever detrás de las ramas cascos de gendarmes. Día y noche, en moto o en bicicleta, protegen las preciadas uvas locales de los ladrones.

“Cuanto más magra sea la cosecha, mayor será el riesgo de robo”, explica un viticultor francés.

Los ladrones eligen un pequeño sector para que el robo no quede rápidamente en evidencia, a veces se quedan con el fruto de una parcela e incluso llegan a saquear toda una granja. El fenómeno, que se registra en toda Francia, se ha acentuado en los últimos años con la disminución de las cosechas.

“Estas son las mejores parcelas de Côte d’Or. Los daños son enormes cuando hay robos. La presencia de los gendarmes nos tranquiliza”
, explica a la agencia AFP Vincent Gros, jefe de la finca Gros Frère et Soeur, que produce en particular las grandes cosechas Echézeaux o Clos de Vougeot, y cuyas viñas lindan con las de Romanée-Conti, uno de los vinos más caros del mundo.

“Cuando robas uvas, robas el trabajo de un año. Y nuestros racimos valen oro…. Las cámaras también están colocadas en las zonas más sensibles”,
agrega el viticultor de 32 años. “Mi tío, un poco más lejos, ya ha sido robado en una parcela remota.”

“Nuestro viñedo está muy fragmentado. Fuera del pueblo, es difícil de monitorear”, enfatiza.

¿El perfil del ladrón? A menudo es un viticultor, cuyas viñas han sufrido heladas, granizo y golpes de calor. “Cuando la cosecha es muy pequeña, es tentador ir a robar uvas. Todo lo que necesitas es una podadora y un cubo”.

“La gente sabe que somos útiles. ¡Nos hace más amigables! Los recolectores nos saludan, nos sonríen”, se felicitan pedaleando los policías Pierre-Édouard y Romain, con los ojos en alerta.

No son los únicos centinelas de los viñedos. Con ropa de camuflaje, dos miembros de una unidad de intervención rastrillan los viñedos en motocicletas azules todo terreno.

El objetivo: “controlar y disuadir a los ladrones, pero también sensibilizar a los viticultores sobre los riesgos de robo de cosechas y de material”, explica el suboficial Manuel Fernandes.

Durante la noche, tres gendarmes de la unidad patrullan en coche. Una vez fuera del vehículo, observan los viñedos con prismáticos con visión nocturna, con los faros apagados, para sorprender mejor a los cacos.

“Si ves gente que no tiene nada que hacer en los viñedos por la noche, los encandilas. Los controlamos, los interrogamos”, subraya el suboficial Philippe.

Estas patrullas de gendarmería se han establecido en la región, donde las zonas vitivinícolas forman parte del patrimonio de la UNESCO, tras la mala cosecha de 2016 y el aumento de los robos.Pe

“Los robos se producen principalmente en las primeras horas de la noche, hasta la medianoche, y en las primeras horas de la mañana. Los ladrones pueden ser numerosos y venir con máquinas de para cosechar”, cuenta.

En las carreteras, algunos vehículos también pueden ser registrados por gendarmes que también verifican…. los niveles de alcohol en la sangre.