Los rusos vuelven a estar preocupados por un accidente y por la veracidad de la versión oficial. Una explosión provocó el lunes un incendio en el laboratorio ruso que alberga el virus del ébola y la viruela.

El Centro de Investigación de Virología y Biotecnología Vector, ubicado en Siberia, sufrió una explosión que provocó un importante incendio y dejó algunas interrogantes. Un trabajador sufrió quemaduras y los cristales del edificio estallaron. Las autoridades aseguran que no hubo contaminación que saliese al exterior.
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El Centro de Investigación de Virología y Biotecnología Vector, situado en Koltsovo, cerca de la ciudad de Novosibirsk, se dedica al desarrollo de vacunas y medicamentos. Pero también custodia en su interior muestras del virus del ébola y la viruela. Sólo Vector y el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos en Atlanta contienen este tipo de pruebas.

Según las autoridades de la ciudad de Koltsovo, la explosión se produjo durante los trabajos de reparación programados hace tiempo, rompiendo cristales en el edificio y desatando un incendio de grandes proporciones. Varios medios han indicado que el incidente comenzó con una explosión de gas.

La versión oficial enfatiza que no se almacenaban materiales biopeligrosos donde se produjo la explosión y el incendio, y que no existe una amenaza para la población. El edificio Vector no sufrió daños estructurales, pero un trabajador está en cuidados intensivos.

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“No me creo nada de lo que digan”

RT, un medio de comunicación estatal, informó que el incendio pasó al poco tiempo a ser un “incidente grave” y que el Ministerio de Emergencias envió 13 camiones y 38 bomberos. Los medios rusos se han hecho eco del incidente, que se produce después de un verano en el que ha habido un episodio radioactivo en el norte del país, un incendio en un submarino y una explosión en un arsenal de armas.

Los incidentes que involucran centros militares o de importancia estratégica se ven siempre envueltos en una nube de secretismo: “No me creo nada de lo que digan porque recuerdo lo que sucede otras veces”, explica Inna, una doctora moscovita madre de una niña. Que las autoridades aseguren “que ‘no ha habido fugas al exterior’ me da mucho pánico”, comentaba anoche en Twitter la escritora bielorrusa Alena KH.

En el caso de Vector, el riesgo de contagio es difícil de calibrar incluso aunque el incendio afectase a las muestras. El fuego es en teoría lo suficientemente caliente como para destruir virus. Pero una explosión podría correr el riesgo de propagar el virus, infectando sobre todo a los trabajadores.

Tras el fin de la URSS, el centro padeció la falta de fondos de los años noventa. En muchos organismos “sensibles” esa problemática se ha traducido en falta de medidas de seguridad o deficiencias en las instalaciones. Sin embargo, hace dos años, un equipo de evaluación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pasó seis días en Vector y no identificó riesgos de seguridad significativos: “En relación con la inspección de 2012, el equipo de la OMS percibe que se han llevado a cabo mejoras y que las recomendaciones del informe anterior se han abordado”, reza el documento, que se emitió en 2017.

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No es el primer incidente

El empleado herido (con unas quemaduras en el 45% del cuerpo) es un obrero de 33 años que se ocupaba de la renovación de la sala, según ha declarado el alcalde de Koltsovo, Nikolay Krasnikov. No es el primer incidente en Vector. En 2004, la investigadora Antonina Presnyakova murió después de pincharse con una aguja que portaba el virus. Según The New York Times, el incidente planteó “preocupaciones sobre la seguridad y el secretismo” después de un retraso de varias semanas en informar sobre el incidente a la OMS.

Un exfuncionario soviético de alto nivel de armas biológicas que desertó a Estados Unidos en la década de los noventa afirmó que la viruela había sido trasladada desde Moscú al Instituto Vector para realizar investigaciones sobre armas biológicas.

El último brote conocido de viruela fue en 1977 y la Organización Mundial de la Salud declaró la enfermedad erradicada en 1980. La viruela mató a unos 300 millones de personas en el siglo XX: murieron tres de cada 10 personas que la contrajeron. Los supervivientes a menudo quedaban con cicatrices y ciegos.

El virus del ébola es una enfermedad grave y a menudo puede ocasionar la muerte en los humanos. Hasta ahora no ha habido ningún tratamiento certificado que neutralice el virus, aunque hay varias terapias en desarrollo. Hasta finales de 2013, había brotes esporádicos y aislados, especialmente en África central. Entre 2013 y 2016 una epidemia afectó a más de 28.000 personas. Murieron más de 11.000, con casos localizados en diversas zonas: desde el oeste de África hasta Europa y Estados Unidos.

La Global Preparedness Monitoring Board (GPMB), convocada conjuntamente por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtió esta semana que las enfermedades propensas a epidemias como el ébola son cada vez más difíciles de manejar en un mundo dominado por largos conflictos, Estados frágiles y migración forzada.

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