Los ecologistas temen un “desastre” por los incendios que arrasan millones de hectáreas de bosque en Siberia desde hace semanas, con ciudades enteras envueltas en un humo negro y un olor agrio, y que amenazan con acelerar el deshielo del Ártico.

Todos los años, gigantescos incendios forestales se desencadenan en las vastas extensiones aisladas de Siberia, y a veces, si la población no está amenazada, las autoridades prefieren no intervenir. Pero los fuegos alcanzaron este año tal magnitud que se teme un impacto medioambiental a largo plazo, incluido en el deshielo del Ártico.

Según las autoridades, más de 3,2 millones de hectáreas eran pasto de las llamas el lunes, principalmente en las regiones de Yakutia, de Krasnoyarsk, y de Irkutsk.

Provocados por las tormentas secas y un calor “anormal” de 30 ºC que golpearon estas regiones desde julio, los fuertes vientos propagaron estos incendios, hasta afectar a las regiones vecinas, explicó la Agencia Federal de Bosques.

El humo generado por el fuego invade desde hace semanas un centenar de localidades en las regiones de los incendios y donde se activó el estado de emergencia, así como en las grandes ciudades de las regiones de Tomsk y de Altái (Siberia occidental), de Ekaterimburgo y de Cheliábinsk (Urales).

La actividad aeroportuaria se vio perturbada en estas regiones debido al humo.

“¡El humo es horrible! Me ahogo, tengo vértigos”, contó a la cadena Pervy Kanal Raissa Brovkina, una jubilada hospitalizada en Novosibirsk, gran ciudad de Siberia occidental, después de haberse desmayado en plena calle.

El domingo, la humareda llegó al vecino Kazajistán, donde se registró una “concentración de sustancias contaminantes por encima de la norma” en varias ciudades, incluida la capital Nur-Sultán, indicó el servicio meteorológico kazajo.

Aceleración del calentamiento

Los ecologistas temen además un fenómeno que acelere el calentamiento global.

“La situación con los incendios forestales en la parte oriental de Rusia dejó hace tiempo de ser un problema local […] y se transformó en una catástrofe ecológica a nivel de todo el país”,
se alarmó la antena rusa de la oenegé Greenpeace.

Según la organización, este año ardieron 12 millones de hectáreas, lo que provocó grandes emisiones de CO2 e hizo desaparecer tanto bosque que ya no podrá absorber dióxido de carbono durante un tiempo.

“Además está el problema del hollín que cae sobre el hielo o la nieve, que lo derrite u oscurece y reduce la capacidad de la superficie de reflejar” el calor, advirtió la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en una declaración a la AFP.

Científicos publicaron en Twitter imágenes satelitales de la Nasa en las que se ve impresionantes nubes de humo emanando de los incendios y alcanzando zonas del Ártico.

Según Grigori Kuxin, experto de Greenpeace Rusia, el hollín y las cenizas aceleran el deshielo del Ártico y el del permafrost, la capa permanentemente congelada que tiende a reducirse, liberando gases que refuerzan el calentamiento global.

“El efecto de los incendios en el clima es muy elevado”, advirtió Grigori Kuxin. “Es comparable a las emisiones de las grandes ciudades.
Y esto refuerza el problema de los incendios, cuanto más afectan los fuegos al clima, más favorables son las condiciones para nuevos incendios peligrosos”.

Su organización pide a las autoridades rusas luchar más contra los fuegos.

La mayoría de los incendios forestales se declaran en “zonas de control”, denominación oficial de un área alejada o poco accesible, donde las autoridades deciden extinguirlos si los daños estimados son superiores a los gastos. Sino, se limitan a observar la evolución de la situación.