Pedro Sánchez no quiere “tirar la toalla” después de perder la votación de investidura en el Congreso español pero sus opciones para ser reelegido presidente del gobierno son limitadas si quiere evitar unas nuevas elecciones en España.

Ganador de las legislativas de abril con 123 diputados de 350, su partido socialista PSOE es el único con capacidad de aunar una mayoría parlamentaria en un Congreso muy fragmentado.

“No tiro la toalla (…) voy a trabajar ya para que haya un gobierno cuanto antes”, dijo Sánchez el jueves por la noche tras perder la investidura.

Tiene ahora dos meses por delante para ser investido o los españoles deberán volver a las urnas en noviembre, por cuarta vez en cuatro años.

Gobernar solo

Desde su victoria electoral, Sánchez pide gobernar solo como hizo al llegar al poder en junio de 2018, buscando apoyos para aprobar cada uno de sus proyectos.

Pero ningún partido se prestó a ello.

Para conseguirlo, apunta el politólogo Lluís Orriols, debería “doblegar a alguno de los partidos, sea Podemos (izquierda radical) o sea Ciudadanos (centroderecha liberal), para abstenerse a cambio de prácticamente nada” en la próxima sesión de investidura.

Es una eventualidad prácticamente descartada, asegura.

‘A la portuguesa’

Otra posibilidad que Sánchez plantea insistentemente es un gobierno “a la portuguesa”.

Su homólogo socialista portugués, Antonio Costa, dirige desde 2015 un gobierno en minoría pero apoyado externamente por los comunistas y el Bloque de Izquierda a cambio de un programa común.

Las posiciones del PSOE y Podemos son bastante próximas para acordar un programa común.

Incluso, en el primer mandato de Sánchez, consiguieron pactar un presupuesto para 2019 que un Congreso hostil terminaría tumbando y precipitando el adelanto electoral.

Eso sí, la izquierda radical debería recular en su exigencia de entrar al ejecutivo.

ARCHIVO | AFP
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Ayuda de la derecha

El PSOE llamó de nuevo este viernes a los conservadores del Partido Popular (PP) y los liberales de Ciudadanos a abstenerse para evitar que el gobierno socialista dependa de los separatistas catalanes, como ellos mismos le reprochan.

La número dos del gobierno, Carmen Calvo, les reprochó haber “estado de brazos caídos durante este tiempo sin asumir ni una sola responsabilidad”.

Pero el presidente del PP, Pablo Casado, rechaza entregarle “un cheque en blanco” para mantenerlo en el poder.

Y en Ciudadanos, su líder Albert Rivera, con quien había cerrado un acuerdo de coalición en 2016 y con quien tendría mayoría absoluta en el Congreso, incluso declina hablar con él.

Pablo Casado | AFP
Pablo Casado | AFP

Coalición de izquierdas

Siempre queda volver a la opción fallida el jueves: una coalición con Podemos.

Los socialistas les critican por haber rechazado una oferta de ministerios correspondiente, según ellos, a su peso electoral y la inexperiencia de gobierno de un partido nacido hace cinco años.

“Está rechazado y rechazado queda”, dijo Calvo, mostrando que Sánchez no tiene prisa para retomar los contactos con su rival Pablo Iglesias, líder de Podemos.

“Ya no es un problema del acuerdo encima de la mesa al que se llegue, sino que hay un problema sobre todo de complicidad, de que no hay confianza entre los dos grupos políticos”, opina a la AFPTV el analista de la empresa demoscópica Metroscopia, Francisco Camas.

Aun así, sigue siendo la opción menos improbable.

Los documentos intercambiados durante las caóticas negociaciones de los últimos días pueden ser “un buen punto para empezar”, apunta Orriols.

Nuevas elecciones

Si un candidato no es investido antes del 23 de septiembre, se convocarán automáticamente nuevas elecciones legislativas para el 10 de noviembre.

“Lo más probable que yo veo hoy son las nuevas elecciones dado el clima” de confrontación entre partidos políticos, asegura Camas.

En este escenario, el electorado se preguntará a quién achacar el bloqueo y “lo más probable es que la abstención suba”, augura.

Según el último barómetro del instituto gubernamental de sondeos CIS, “los políticos en general, los partidos y la política” son ahora mismo considerados como el segundo principal problema del país para los españoles, solo detrás del desempleo.