Estados Unidos envió una severa advertencia a la Unión Europea (UE) sobre sus planes para impulsar la cooperación europea en materia de defensa, que, según Washington, podrían desbaratar décadas de cooperación transatlántica y dañar a la OTAN.

Una carta de dos altos funcionarios de defensa de la administración de Donald Trump, fechada el 1 de mayo y consultada por la Agence France-Presse, es la última muestra de los profundos recelos de Washington sobre los planes europeos para racionalizar su gasto militar.

La misiva dirigida a la jefa la diplomacia europea, Federica Mogherini, advierte que las “píldoras envenenadas”, incluidas las propuestas de normas para los países no miembros de la UE que participen en proyectos europeos, afectarán a décadas de estrechos vínculos.

El correo, que deja planear una amenaza de sanciones, está precedido por unas palabras del embajador de Estados Unidos en Bruselas, Gordon Sondland, en la que urge a la responsable europea a responder a las preocupaciones antes del 10 de junio.

Mogherini explicó este martes en rueda de prensa que la UE está preparando una “respuesta clara y completa” a las preocupaciones de Estados Unidos,
pero insistió en que el bloque permanecía abierto a los fabricantes de defensa estadounidenses.

“En realidad, la UE está en este momento mucho más abierta que el mercado de contratación de Estados Unidos para las empresas y equipos de la UE”, aseguró Mogherini tras una reunión de los ministros de Defensa y de Exteriores del bloque.

La preocupación estadounidense se centra en el Fondo Europeo de Defensa (FED), dotado de 13.000 millones de euros para invertir en el desarrollo de tecnología y equipos militares para el período 2021-2027, y en el pacto de cooperación en materia de defensa de la UE.

“El proyecto de reglamento del FED y las condiciones generales de la CEP representan una dramática inversión de las tres últimas décadas de mayor integración del sector de la defensa transatlántica”
, dice la carta.

Las normas propuestas “no sólo perjudicarán la constructiva relación OTAN-UE que hemos construido juntos en los últimos años, sino que podrían hacernos retroceder a los debates, a veces divisorios, que dominaron nuestras discusiones hace 15 años”, agrega.

Los países de la UE lanzaron la Cooperación Estructurada Permanente (CEP), también conocida como PESCO por sus siglas en inglés, a fines de 2017 para tratar de armonizar el enfoque muy fragmentado en Europa respecto al gasto militar.

En el marco de este acuerdo, los países europeos cooperan en proyectos para desarrollar nuevos equipos militares, como aviones de combate o drones, y en sistemas de apoyo, como hospitales militares y centros de entrenamiento.

Divisiones

La carta de Estados Unidos pone de relieve las divisiones en el seno de la UE sobre qué reglas establecer para los aliados de fuera del bloque, como Estados Unidos, Noruega e incluso Reino Unido una vez consumado el Brexit, que quieran contribuir a los proyectos.

Un grupo liderado por Francia quiere establecer reglas estrictas, argumentado que el objetivo es mejorar la cooperación dentro de la UE y lograr una “autonomía estratégica”, poniendo fin a la dependencia histórica de Estados Unidos para garantizar la seguridad del continente.

“Los europeos tenemos perfecto derecho a desarrollar [sus recursos militares] y, cuanto más lo hagamos mejor, en la medida que nuestras capacidades militares son complementarias de las suyas”, dijo la víspera el canciller español, Josep Borrell.

Otro grupo liderado por Países Bajos y Suecia está a favor de un enfoque más inclusivo, argumentando que la UE no debería dejar fuera a los aliados tradicionales con gran experiencia en materia de defensa, como Estados Unidos.

Países “como Francia o España (…) quieren realmente poner diez cerrojos a esta puerta e impedir que todo el mundo entre”, asegura un funcionario de un país de la UE, que aboga por no cerrar demasiado la puerta a terceros países.

Para Washington, excluir a terceros países haciendo que las normas sean demasiado estrictas hará que en última instancia se malgaste más dinero y que sea más difícil garantizar que los sistemas militares europeos y estadounidenses puedan operar juntos en la OTAN.

Funcionarios europeos de defensa aseguran que hay algún malentendido sobre sus planes en Washington e insisten en que existe una estrecha cooperación con la OTAN para asegurar que los proyectos encajan con las prioridades de la Alianza.