El gobierno británico de Theresa May sobrevivió el miércoles a una moción de censura lanzada tras la aplastante derrota de su acuerdo de Brexit, pero el caos político es total a 71 días de la salida prevista de la UE.
Por 325 votos en contra y 306 a favor, los diputados rechazaron la moción presentada por el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, en un intento por precipitar la convocatoria de elecciones legislativas.
En un breve mensaje televisado por la noche frente a la puerta de sus oficinas en Downing Street, la primera ministra consideró que este voto “nos da la oportunidad de concentrarnos en encontrar una vía para avanzar hacia el Brexit”. “Todos debemos trabajar constructivamente juntos”, afirmó.
El martes, May había sufrido el peor revés parlamentario infligido a un gobierno británico en la historia reciente del país: 432 diputados -entre ellos 118 de su propio Partido Conservador- votaron contra su acuerdo de Brexit, que solo logró 202 apoyos.
Sin embargo, un día después tanto los rebeldes conservadores como el pequeño partido unionista norirlandés DUP, de cuyo apoyo depende la estrecha mayoría parlamentaria de los Tories, dejaron claro que no quieren poner el gobierno, y la negociación del Brexit, en manos de los laboristas.
“Westminster está en caos”
Reforzada, al menos de momento, por la evidencia de que sus propios diputados rebeldes la quieren en la ardua tarea de sacar al país de la UE, May volverá el lunes al parlamento con un plan B.
Antes, abrió un diálogo con los representantes de la oposición.
El mismo miércoles por la noche recibió a los líderes de pequeñas formaciones como el Partido Nacionalista Escocés (SNP), cuyo portavoz, Ian Blackford, dejó claro que no participaría en un mero ejercicio de imagen para hacer creer que el gobierno consulta con los otros partidos.
“Estas conversaciones interpartidarias no puede versar sobre cambios cosméticos al acuerdo ya rechazado. Debemos discutir alternativas reales”, tuiteó tras la reunión.
Si May sigue insistiendo en defender su acuerdo con ligeras modificaciones, el riesgo es que proeuropeos y euroescépticos se atrincheren también en sus respectivas posiciones y nada se mueva.
“Westminster está en caos”, había lanzado Blackford durante la sesión parlamentaria. “El plan B será el plan A pero servido con otra salsa”, dijo, instando a May a pedir a Bruselas que retrase la fecha del Brexit, fijada para el 29 de marzo, y a convocar un segundo referéndum.
En una carta publicada el miércoles, más de 70 diputados laboristas defendieron también la organización de esta segunda consulta popular, rechazada hasta la saciedad por la jefa del gobierno pero que Corbyn debería respaldar si no logra provocar elecciones legislativas anticipadas.
“Es obstinada”
“La pelota está ahora en el campo de Westminster. Este problema comenzó en Westminster con el referéndum del Brexit, nosotros encontramos una solución, ellos han rechazado esa solución”, lanzó en Dublín el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar.
“Ahora tienen que encontrar algo que puedan conseguir aprobar por el Parlamento, pero también tiene que ser algo que la Unión Europea e Irlanda puedan aceptar”, agregó, precisando que, ante el rechazo del acuerdo, su país, el único que tiene frontera terrestre con Reino Unido, intensificó los preparativos para la eventualidad de un Brexit sin acuerdo.
Cada vez más preocupada también por esta posibilidad, de catastróficas consecuencias económicas, la principal patronal británica, la Confederación de la Industria Británica (CBI), urgió a encontrar un nuevo plan “inmediatamente”.
Pero en opinión de Anand Menon, profesor de Política Europea en el King’s College London, May “que es obstinada, volverá al Parlamento (con una versión de su acuerdo) y lo intentará de nuevo”.
Sin embargo, “creo que la magnitud de esta derrota hará que la UE se plantee si merece la pena hacer concesiones, dado el número de diputados a los que tiene que convencer la primera ministra”, agrega.
La canciller alemana Angela Merkel subrayó que todavía hay “tiempo para negociar” y el presidente francés Emmanuel Macron reconoció que “tal vez se pueden mejorar uno o dos puntos” del texto.
Pero solo el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk, osó sugerir que Londres puede simplemente dar marcha atrás.
“Si un acuerdo es imposible, y nadie quiere un Brexit sin acuerdo, ¿quién tendrá finalmente el valor de decir cuál es la única solución positiva?”, tuiteó.