“Nos hemos sentido en peligro”. Dos días después de las trágicas inundaciones que dejaron 12 muertos, los turistas en Mallorca, una isla extremadamente popular entre alemanes y británicos, seguían recordando el shock de verse amenazados por el agua.

Al menos tres de los fallecidos son extranjeros (dos británicos y una holandesa),
a causa de unas violentas lluvias que el martes por la tarde barrieron el oriente de la isla. Dos cadáveres recién encontrados podrían corresponder a un matrimonio alemán desaparecido.

“No pudimos salir de la habitación durante siete horas”, cuenta Gordana Rojko, residente en Alemania y de visita en S’Illot, una localidad costera a unos 60 km al este de Palma.

Su hotel se encuentra en la desembocadura del torrente que llegaba desbordado desde el interior de la isla.

En su habitación, su marido Robert y ella tuvieron que albergar a una familia de británicos con niños pequeños. Se encontraban en la tercera planta y se vieron así a salvo del agua, que llegó hasta el primero.

Turistas molestos


“Estamos muy decepcionados, nadie vino a preguntar por nosotros. Estábamos rodeados de agua”,
y por parte del personal del hotel “no se hizo nada”, añade indignada en una conversación con la AFP.

“Nos hemos sentido en peligro”, y “la gestión fue nula”, con recepcionistas que no hablaban inglés ni alemán, añade Robert, un hombre de 65 años que lleva visitando Mallorca cada año desde 1975.

Igualmente enfadada, la británica Denise Browes dijo estar “terriblemente indignada”.

“Pagué 400 libras, y no hay piscina, ni actividades de entretenimiento (…) no hay nada” a causa de los efectos de la inundación.

Los estragos son visibles en otro hotel situado en la desembocadura del torrente, el Playa Moreia, donde la terraza está cerrada y el restaurante, en la planta baja, arrasado por el barro y con un montón de sillas y mesas apiladas.

Su gerente, la holandesa Henriette Kruip, dice que tuvieron que cerrar el miércoles, porque “no teníamos ni agua, ni luz, ni teléfono, ni ordenadores, ni ascensores, ni nada…”.

En el momento de la riada había en el hotel unos 300 clientes, en su gran mayoría alemanes y británicos, y el restaurante estaba lleno.

Hubo que evacuarlo rápidamente, a pesar de que “los turistas no veían el peligro y nos decían:’oye, que estamos cenando"”.

Entre los clientes del hotel estaban Helmut y Anneliese Andler, una pareja de jubilados alemanes que llegaron con sus nietos y se marcharon este jueves.

“Vimos dos coches bajando por el torrente; nunca hemos visto nada así”, cuenta Helmut mientras prepara su vehículo para marcharse con la familia a Palma de Mallorca. Dice que el miércoles no tuvieron agua corriente ni electricidad, y lamenta que ahora tendrán que pagar una noche de hotel adicional en otro establecimiento.

“Estamos un poco enfadados”, apunta su esposa con una sonrisa.

Negocios cerrados

Las inundaciones han causado pérdidas económicas en varios locales de S’Illot, que se han visto obligados a cerrar y acelerar así el final de temporada. Un golpe para la economía local de una isla que vive del turismo, y donde por todos lados se ofrecen menús en inglés y alemán.

Guillem Mayol, que regenta un bar con terraza, calcula haber perdido “20.000 euros o más”. “Hemos perdido la maquinaria: cámara frigorífica, horno, lavavajillas, enseres, etc.”.

Muy cerca de su local, Antonia Puigros calcula una semana de cierre en el negocio familiar, una tienda de ropa donde las estanterías están ahora vacías. “Estamos limpiando. Los muebles de madera se pueden tirar todos”, aunque no así la ropa, que estaba colocada más alta.

Como en otros puntos de la isla, toca limpiar el barro para tratar de recuperar la normalidad lo antes posible. Es lo que hizo la alemana Doris Holstz, residente en la isla desde hace 16 años y copropietaria de un pub en S’Illot junto con su marido, frente a la playa.

“Ayer estuvimos limpiando 8 horas, fue tremendo”, dice esta mujer, que calcula haber perdido 2.000 euros en decoración, y abre de nuevo este jueves tras dos días de cierre forzado.