23-09-2018 a las 13:47

Cuando tus mascotas se llaman Ali y Gator, son caimanes y vives con ellos junto a 400 reptiles

Publicado por: Paola Alemán

Decenas de gatos en una casa, pasó a ser una historia obsoleta, después que Philippe Gillet, de 67 años, abriera las puertas de su casa cerca de Nantes, al oeste de Francia, para ver su nada convencional y hasta aterradora colección de animales.

Medios de comunicación a nivel mundial, entre estos Euronews, están mostrando bajo el asombro de sus espectadores, la forma de vida de este francés que ahora se dedica a dar calor de hogar a tarántulas, pitones, culebras cascabel y a sus mascotas principales: dos caimanes enormes a los que llama, Ali y Gator.

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Estos se pasean por su living, como perros o gatos. Son acariciados como si lo fueran, pese a sus enormes fauces. Philippe insiste en tratarlos como mascotas convencionales, pese al peligro que supone dado su instinto salvaje.

De hecho, uno de estos, que mide dos metros de largo, duerme en su cama. No le teme a su reacción, ni a la de ninguna de estas especies que cuida desde hace dos décadas.

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Ese es el tiempo que le ha tomado meter a su hogar las 400 especies de reptiles, tras irlos rescatando paulatinamente. A sus favoritos, los rescató de un criadero de cocodrilos, destinado a la producción de cuero y desde entonces, son como se dice en buen chileno, sus regalones.

“Creo que es injusto tratar a estos animales de la forma en que lo hacemos, puesto que los entendemos”, pero alimenta a sus caimanes con pollos, parece que en ese momento entiende sobre la cadena alimenticia.

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Asegura que sus vecinos no se hacen problema con los reptiles que tienen en el vecindario. También dice contar con los permisos respectivos para tener a todas las especies en su hogar, en los últimos días, ampliamente visitado y mostrado por la prensa a nivel mundial.

Las escenas parecen sacadas de una película. Alimenta sin temor con su mano a los caimanes, los acaricia cual humano a su gato o perro, envuelve su cuello con una enorme serpiente amarilla y juega en el jardín con otros reptiles de enorme tamaño.

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Una cobra forma parte de la colección, pero está protegida de los humanos, tras un cristal y el sentimiento de protección es mutuo.

Una enorme tortuga de 50 kilos se pasea igual por la parte exterior de su casa, como parte de los centenares de animales que han sido refugiados en este lugar y son miembros de la familia de este francés, dedicado 100% al rol de cuidar de ella y transformar así el temor que la sociedad conserva de estos animales.

Sin embargo, este ciudadano francés y el cuerpo de bomberos de su ciudad, tienen el acuerdo de no ingresar al lugar por alguna emergencia. Parece que el asunto lo maneja exclusivamente Philippe, dado el riesgo que representa.

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