La jefa del gobierno británico, Theresa May, quiere mantener unas relaciones comerciales lo más estrechas posibles con la Unión Europea tras el Brexit, pero este deseo choca con los límites que Bruselas y ella misma se fijaron.

La UE pidió la primera ministra que revise su plan, el jueves durante una cumbre informal en Salzburgo. Bruselas contempla más bien una asociación comercial al estilo noruego o un amplio acuerdo de libre comercio como el que tiene con Canadá.

Pero May rechaza estas opciones, insistiendo en obtener un acuerdo “a la medida”.

A seis meses del Brexit, previsto a finales de marzo de 2019, las dos partes se enrocan en sus posiciones, una situación que cada vez da más consistencia a la hipótesis de una separación sin acuerdo.

Estas son las opciones que existen:

La propuesta de May

En opinión de Theresa May, su plan, denominado “de Chequers”, es “la única propuesta seria y creíble” sobre la mesa.

Este prevé la creación de una zona de libre comercio para los bienes industriales y los productos agrícolas, con reglas comunes, y la posibilidad de que Reino Unido recaude en nombre Bruselas los aranceles aduaneros a los bienes que entran en su territorio con destino a la UE.

Reino Unido podría fijar sus propios aranceles para las mercancías con destino a su territorio.

Esto significaría mantener a Reino Unido en el seno de la unión aduanera para la libre circulación de bienes y capitales, pero excluyendo a los servicios y la libre circulación de personas.

Para la UE es inaceptable porque atentarían contra la integridad del mercado único e insuficiente, en su opinión, para evitar el establecimiento de una frontera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, país miembro del bloque.

La opción noruega

Noruega tiene una relación económica y comercial muy avanzada con la UE, en su calidad de miembro del Espacio Económico Europeo (EEE).

Tiene acceso al mercado único y debe respetar la libertad de circulación de personas, de servicios, de bienes y de capitales. Los productos agrícolas y la pesca no forman parte del acuerdo.

Más allá de las simples relaciones comerciales, Noruega se alineó con las reglas comunitarias en materia de ayuda públicas, de competencia y de mercados públicos.

Londres rechaza este modelo, porque se opone a la libre circulación de personas y rechaza la jurisprudencia de la Corte de Justicia de la UE.

Un acuerdo a la canadiense

Dadas las “líneas rojas” dibujada por Londres -no al mercado único y a la unión aduanera- la UE considera que el acuerdo de libre comercio alcanzado con Canadá (CETA) podría servir como modelo a la futura relación.

Este acuerdo establece normas comunes en materia de salud, de denominaciones de origen controladas o de mercados públicos. Pero podría, como en el caso de Canadá, necesitar años de negociaciones para alcanzar un nivel de cooperación conveniente a ambas partes para cada sector.

Esta opción parece gustar a los partidarios del Brexit pero significa que se necesitaría un acuerdo aparte para Irlanda del Norte y poner en cuestión la unidad del Reino Unido, advierte May.

Las reglas de la OMC


Si las negociaciones fracasan, Reino Unido se convertirá de la noche a la mañana en un tercer país a ojos de la UE.
Su relación pasaría entonces a regirse únicamente por las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Estas reglas por defecto implican aranceles aduaneros y barreras comerciales que entrabarían los intercambios entre Londres y el continente.

La London School of Economics (LSE) estima en un estudio que, en diez años, este escenario reduciría en un 40% el comercio del Reino Unido con la UE.