El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, buscaba este viernes zanjar la polémica en torno a su tesis doctoral, que ha sumado acusaciones de ser inventada, plagiada y una serie de irregularidades, que el gobernante socialista ha rechazado.

Sánchez autorizó este viernes que el material se pudiera difundir a través de internet y quedara a disposición de cualquier persona. Hasta el jueves, la tesis sólo se podía consultar en la biblioteca de la Universidad Camilo José Cela y sin que se pudiera sacar copia o fotografiar su contenido, algo común en este tipo de publicaciones.

El gobierno español tras confirmar la liberación del contenido, reiteró que no existe ningún tipo de plagio en el trabajo, como denunciaron los periódicos de derecha, ABC y OK Diario.

El gobierno sometió a un software de análisis la tesis doctoral de Sánchez, para determinar si existía algún tipo de plagio, donde el programa Turnitin detectó un 13% de coincidencia con otros trabajos, algo que se debería al uso de citas y referencias que no diferencias estas tecnologías.

Los niveles de coincidencia con otros trabajos “se deben a las citas y referencias obligadas en la elaboración de cualquier documento de investigación que cualquier software casi por defecto no puede discriminar a pesar de lo avanzado de su tecnología”, explicó el ejecutivo español.

De acuerdo al diario El País, entre un 20% a 25% de nivel de coincidencia es tolerable siempre que sean citas o textos con referencia bibliográfica. Si el 13% es texto copiado, sin citas ni referencia, se consideraría plagio.

Las denuncias sobre la tesis de Sánchez también apuntan a que habría sido escrito por un exfuncionario del ministro de Industrias durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) o que uno de los profesores que lo aprobaron habían escrito artículos previos con el actual presidente y que fueron usados en el doctorado. Ambas acusaciones son de OK diario y ABC.

Polémica con Ciudadanos

La polémica estalló el miércoles, cuando el líder del partido liberal Ciudadanos, Albert Rivera, improvisó en el Parlamento una pregunta dirigida a Sánchez para conminarlo a que publique su tesis.

“Hay dudas razonables sobre la publicación de su tesis doctoral”; “haga usted pública su tesis” en internet, le lanzó.

“La tesis está publicada conforme a la legislación”, le replicó el presidente, con el semblante duro y visiblemente enfadado.

La universidad privada Camilo José Cela confirmó, tras una revisión, “la normalidad del proceso” de evaluación de la tesis “de acuerdo a la normativa vigente y a los protocolos de verificación y control habituales en el ámbito universitario”.

“Disparo primero y pregunto después”

Sánchez, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, defendió su tesis sobre “innovaciones de la diplomacia española” en noviembre de 2012 en dicha universidad.

En la base oficial de datos de tesis doctorales, Teseo, podía consultarse la composición del tribunal y un breve resumen, pero no el documento en sí, un flanco por el que le han venido las críticas y las presiones en las últimas horas.

Cristina Monge, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Zaragoza, explica no obstante ante la Agence France-Presse que es normal dejar en cerrado una tesis cuando luego se quiere publicar un libro sobre la materia tratada, como efectivamente hizo Sánchez.

Cree por ello que su caso “no tiene nada que ver” con el de Pablo Casado, líder del derechista Partido Popular, quien obtuvo un magíster en condiciones ventajosas en la universidad Rey Juan Carlos.

Allí estudiaron también Cristina Cifuentes, ex presidenta conservadora de la región de Madrid, y la última víctima del “mastergate”, la ministra de Salud de Sánchez, Carmen Montón, que renunció el martes.

Ambas fueron acusadas de graves irregularidades en sus titulaciones.

“Hay inquietud social” ante el trato de favor que dejan traslucir los casos anteriores, estimó Monge.

“Muchos padres de muchos críos están pagando mucho dinero (para pagar esos másteres), y esto genera una sensación de agravio muy importante en la clase media, que son votantes de Ciudadanos y PP”, añade Monge.

“De momento es munición política” este tipo de acusaciones, que no se pueden hacer “por las buenas hasta que no haya una certeza absoluta”, incidió Paloma Román, profesora de ciencias políticas en la Universidad Complutense de Madrid.

Román considera que la profusión de estas polémicas obedece a un cambio cultural en la política española, en virtud del cual se está dando “una actualización de temas por los cuales se puede exigir una dimisión”. Aunque dicho cambio, observa, se está dando de forma vertiginosa: “lo que está pasando es: disparo primero y pregunto después”.

Por el momento, el propio Pablo Casado ha guardado perfil bajo.

Este mes, el Tribunal Supremo debe decidir si lo investiga por un presunto delito de prevaricación en la obtención de su máster en 2008, cuando era diputado del PP en el Parlamento de la región de Madrid.