Los funcionarios de los cuerpos de seguridad europeos rastrean al menos a 65.000 traficantes de migrantes, el doble que en el punto álgido de la crisis migratoria de hace tres años.

A pesar de que el número de personas que logran cruzar el Mediterráneo cayó desde 2015, cuando tuvo lugar la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial, la demanda de traficantes de personas sigue siendo “enorme”, según Europol, la agencia policial de la Unión Europea (UE).

Muchos de los nuevos sospechosos también fueron identificados gracias al rastreo de los investigadores de varios países europeos de uno de los crímenes organizados que más deprisa crecen.

“Al final del año pasado había 65.000 traficantes en nuestras bases de datos”, dijo a la AFP Robert Crepinko, director del Centro Europeo de Tráfico de Migrantes de Europol, desde su oficina en La Haya.

Asimismo, indicaron que en septiembre de 2015 había 30.000 presuntos traficantes de personas. Esa cifra avanzó hasta casi 55.000 a finales de 2016 y en 2017 se sumaron unos 10.000 más.

Entre quienes fueron identificados, 63% tienen nacionalidades de países europeos, con 45% procedentes de países de los Balcanes. Un 14% son de Oriente Medio, 13% de África, 9% del este de Asia y 1% de las Américas.

El tráfico de personas “aún es un negocio en auge” que aporta miles de millones de euros, pese a la reducción de las llegadas de migrantes el año pasado, tras los acuerdos que la UE firmó con Libia y Turquía, principales puertas de entrada a Europa. Actualmente, Libia es el principal trampolín hacia Europa.

Desde el año pasado, Europol opera sobre una nueva base legal que restringe la cantidad de información que puede compartir con países no comunitarios.

La agencia citó, no obstante, algunos casos exitosos de cooperación con terceros países, como el desmantelamiento de una banda que enviaba a jóvenes nigerianas a ciudades españolas para que fueran prostituidas.

Italia, principal punto de entrada dentro de la UE, acordó en diciembre establecer una célula de lucha contra el crimen junto al gobierno libio respaldado por Occidente, con sede en Trípoli.