El gobierno británico anunciará este miércoles las represalias contra Rusia por el intento de asesinato de un exespía ruso en suelo inglés, después de que Moscú rechazara el ultimátum británico para explicarse.

Rusia “no admite” las acusaciones “sin pruebas” y los ultimátums de Londres, advirtió este miércoles el Kremlin, que hizo un llamado al “sentido común”.

“Moscú no admite las acusaciones sin pruebas y no verificadas, y el lenguaje de los ultimátums” declaró a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien agregó que Rusia “espera que se imponga el sentido común”.

La primera ministra Theresa May presidía una reunión del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) y después del mediodía comparecerá en el Parlamento para anunciar las medidas contra Rusia por el intento de asesinato con un agente nervioso del excoronel Serguéi Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, que se debaten entre la vida y la muerte diez días después del atentado en Salisbury (sudoeste).

May recibió el apoyo de sus principales aliados.

Rusia debe proporcionar “respuestas inequívocas” al ataque, exigió el presidente estadounidense Donald Trump tras hablar con May. En particular, Moscú debe explicar “cómo esta arma química”, conocida como Novichok, “desarrollada en Rusia, fue utilizada en Reino Unido”.

La crisis entre Moscú y Londres podría agravarse tras la muerte de otro exiliado, Nikolái Glushkov, de 69 años, que fue hallado muerto en su domicilio en New Malden, un suburbio de Londres, según la prensa británica.

Glushkov, cuya muerte aún no fue confirmada oficialmente, era cercano al millonario Boris Berezovski, un enemigo del Kremlin que fue hallado ahorcado en 2013 en el Reino Unido.

Entre las posibilidades que dispone Londres, citadas en los últimos días, están la expulsión de diplomáticos, el lanzamiento de un ciberataque o la incautación de bienes de los miembros del círculo de Vladimir Putin sospechosos de violación de los derechos humanos.

Como en la Guerra Fría

Robert Hannigan, exdirector de la agencia de inteligencia británica de escuchas, GCHQ, aventuró que May procederá “a la expulsión de diplomáticos a una escala que no hemos visto desde la Guerra Fría”.

Hannigan estimó, en sus declaraciones a la radio BBC, que el gobierno debería “atacar blancos económicos”, refiriéndose a los magnates rusos instalados en Londres que se han aprovechado de la opacidad de la City para hacerse con importantes activos inmobiliarios.

También hay llamamientos a bloquear las emisiones en el Reino Unido de RT -la televisión pública rusa- o cerrar su corresponsalía en Londres, pero Moscú ya avisó que respondería prohibiendo trabajar en Rusia a todos los medios británicos.

El científico que reveló el programa de armas químicas ruso, Vil Mirzayanov, que ahora vive en Estados Unidos, dijo que “solamente los rusos” fabricaron el potente agente nervioso “Novichok” usado en el atentado.

“Lo tenían y siguen teniéndolo en secreto”, explicó Mirzayanov, que estima que las dos victimas principales, padre e hija -hay un policía también hospitalizado, pero en mejor condición- morirán o saldrán muy maltrechos del contacto con esta sustancia.

May era ministra de Interior cuando se produjo el asesinato en Londres de Alexander Litvinenko, en 2006, un crimen con una sustancia radioactiva (polonio-210) cometido con el consentimiento de Putin, según las conclusiones de la investigación oficial.

Entonces la respuesta se limitó a la expulsión de varios diplomáticos y la congelación de unos pocos bienes, una respuesta tibia que estos días ha sido citada como una de las razones por las que Moscú se habría atrevido a golpear de nuevo.