La canciller Angela Merkel celebró este miércoles la perspectiva de un gobierno “estable” en Alemania, tras el acuerdo logrado en unas duras negociaciones con los socialdemócratas, que le salió muy caro pero le abre las puertas a un cuarto mandato.

“Estoy convencida de que este contrato de coalición […] es el pilar del gobierno estable que necesita nuestro país y que mucha gente en el mundo espera de nosotros”, insistió la dirigente conservadora, de la CDU, tras la última ronda de negociaciones, de 24 horas seguidas, en Berlín.

Ante las reticencias del Partido Socialdemócrata (SPD) para aliarse de nuevo con los conservadores, estos tuvieron que hacer varias concesiones. El SPD de Martin Schulz obtendrá así varias carteras clave, como la de Finanzas.

La erosión de Merkel

Esto marca una ruptura con la herencia del ortodoxo Wolfgang Schaeuble, conservador y titular de Finanzas durante ocho años, hasta finales de 2017. Se cree que esta responsabilidad la asumirá ahora Olaf Scholz, alcalde de Hamburgo, la segunda ciudad del país, y una figura respetada del SPD.

“Admito que la cuestión de quién obtiene qué ministerio no fue sencilla”, reconoció Merkel.

Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo, podría convertirse en jefe de la diplomacia alemana, un cambio drástico para quien, aún a finales de 2017, aseguraba que no participaría en un gobierno de Merkel. Además, según varios medios, abandonará la presidencia del SPD solo un año después de haber sido elegido en el cargo.

La CSU, los aliados bávaros de Merkel y el ala más a la derecha de su familia política, controlará un súperministerio del Interior, la Construcción y la Patria, una garantía para su electorado más conservador.

El partido lleva dos años denunciando la generosa política migratoria de la canciller.

Según el diario Bild, Merkel cedió demasiado para evitar unas nuevas elecciones.

“¿Qué preció ha pagado? ¡Es casi un sacrificio personal! ¿Qué queda realmente de ella?”, insiste el periódico. “Que Merkel ceda de esta manera ilustra la erosión de su poder […] en materia de política europea”.

A Angela Merkel no le quedaba margen de error si quería permanecer en el poder. Las elecciones legislativas de septiembre, marcadas por el repliegue de los partidos tradicionales y el avance de la extrema derecha, no proporcionaron una mayoría clara en la cámara de diputados.

Las discusiones se atascaron durante un tiempo en la cuestión del gasto militar y, sobre todo, en el mercado de trabajo y en una reforma de la seguridad social dirigida a reducir las desigualdades entre la sanidad pública y privada.

Importante obstáculo

Para comenzar su nuevo mandato de cuatro años, la canciller, de 63, aun tiene que superar un importante obstáculo: el del voto de los alrededor de 460.000 militantes del SPD, que se pronunciarán en una consulta interna por correo que se llevará a cabo durante varias semanas.

El partido, creado a finales del siglo XIX, sigue muy dividido sobre la decisión de apoyar un nuevo Ejecutivo liderado por los conservadores del bloque CDU-CSU.

Para intentar ganarse a los militantes más reticentes, Martin Schulz logró que el acuerdo de gobierno incluya una cláusula de reevaluación de la coalición al cabo de dos años, una forma de poner a Merkel en suspenso desde el inicio de su mandato.

“Ahora vamos a convencer a los militantes de que negociamos un muy buen acuerdo”, dijo Schulz este miércoles.

Si los militantes rechazan el acuerdo de coalición, la canciller se enfrentará a un difícil decisión: o formar un gobierno en minoría o celebrar nuevas elecciones, dos escenarios inéditos en la Alemania de la posguerra.

Tanto el SPD como los conservadores temen unos nuevos comicios, de los que se beneficiaría sobre todo la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), como muestran los últimos sondeos, y complicarían aún más la búsqueda de mayorías.