Los padres entran preocupados en el Hospital Infantil Nº7 de Kiev, capital de Ucrania, por el brote de sarampión que azota al país como consecuencia de una tasa de vacunación muy deficiente.

En un sólo día, este hospital público del centro de la capital ucraniana vacunó a 150 niños. “Es tres o cuatro veces más que de costumbre“, afirma su directora, Oksana Gutova. La enorme afluencia ha llevado al establecimiento a abrir los fines de semana.

“En dos días, hemos agotado nuestra reserva de vacunas de sarampión, paperas y rubéola previstas para tres meses”, reconoció un pediatra de un centro privado de la urbe.

Este interés repentino se debe a un brote de sarampión que mató a tres ucranianos en enero, obligando a algunos colegios a prolongar las vacaciones escolares para evitar contagios.

Como consecuencia de años de desconfianza de las vacunas y de dificultades para importarlas, Ucrania figura entre los países de Europa más afectados por esta enfermedad, junto con Rumanía, Italia, Francia, Alemania y Grecia.

El año pasado se registraron 4.782 casos de sarampión, de los cuales cinco fueron mortales, y durante enero de 2018, casi 2.100 ucranianos han sido contagiados, de los cuales tres murieron, entre ellos dos niños.

Certificados falsos

Las autoridades y las organizaciones internacionales lo atribuyen a años de vacunación insuficiente: en 2016 fue de 42% para la primera dosis, la tercera más baja en el mundo en 2016, según Unicef.

El año pasado, la cifra subió a 93% para la primera dosis y a 91% para la segunda según Kiev, pero los años de retraso siguen pasando factura.

“Hacemos progresos pero aún no lo hemos solucionado todo”, afirmó a la AFP la representante de Unicef en Ucrania, Giovanna Barberis, que asegura que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una tasa de 98% para prevenir las hospitalizaciones masivas y los casos mortales.

Las cifras de las autoridades ucranianas son vagas en el sentido que, como la vacunación es obligatoria, muchos de los padres recelosos prefieren pagar sobornos a los médicos para obtener certificados falsos. Ésto repercute en las estadísticas.

Según un estudio de 2016, el 52% de los profesionales de Salud había recibido demandas de certificados falsos, aseguró Barberis.

¿Difteria?

El país ya sufrió otros brotes de sarampión; el más grave en 2006, con más de 40.000 personas contagiadas.

Las autoridades lanzaron una campaña de vacunación, pero la muerte en 2008 de un adolescente inmunizado con una vacuna de fabricación india sin certificar reforzó la desconfianza.

La investigación concluyó que el fallecimiento no se debió a la vacuna, pero esto no convenció a la opinión pública.

Ahora, las autoridades de Odesa, con el mayor número de casos, prolongaron las vacaciones escolares y el ayuntamiento de Kiev prohibió el acceso a los colegios a los niños sin vacunar.

Esto llevó a muchos padres a vacunar a sus hijos. Oleksandra Filatova llegó al hospital con sus dos hijas de cinco y diez años, quienes nunca fueron vacunadas.

“Escuché todo tipo de historias terribles sobre niños paralizados o que dejaron de hablar”, dijo, tras lo cual -al parecer- cambió de opinión: “Van a recibir todas las vacunas necesarias”, aseguró.

Los médicos dieron la voz de alarma, como el pediatra ucraniano, Evguen Komarovski: después del sarampión, el país se expone a un brote de difteria, infección aguda provocada por un vacilo que afecta la laringe, la nariz y la garganta y que produce fiebre, además de dificultad para respirar.