La primera ministra británica, Theresa May, inició este lunes la primera gran remodelación de su gobierno, de manera accidentada y sin tocar a los pesos pesados del gabinete.

El hasta ahora secretario de Estado de Inmigración, Brandon Lewis, sustituirá al frente del partido a Patrick McLoughlin, después de que los conservadores perdieran la mayoría absoluta en las elecciones de junio de 2017.

Sin embargo, el Partido Conservador anunció en Twitter que el elegido era el hasta ahora ministro de Transportes, Chris Grayling, antes de borrar rápidamente el mensaje.

Con esta remodelación, que se irá anunciando hasta el martes, May pretende afianzar su autoridad, maltrecha por el fiasco de las elecciones de junio, y diversificar su gabinete incluyendo a políticos más jóvenes, representantes de minorías étnicas y a mujeres.

La remodelación no afecta a los grandes nombres del gobierno, el ministro de Exteriores Boris Johnson, la del Interior, Amber Rudd, el del Brexit, David Davis, y el de Finanzas, Philippe Hammond, que fueron confirmados en sus puestos.

“Los pro-Brexit Boris Johnson y David Davis siguen en sus puestos, aunque la primera ministra no se fía de ellos para dirigir lo sustancial de estas negociaciones”, valoró en un editorial el Evening Standard, dirigido actualmente por George Osborne, ex ministro conservador de Finanzas.

Además, este lunes se conoció la dimisión por motivos de salud del ministro para Irlanda del Norte, James Brokenshire, cuando se cumple un año sin gobierno en la provincia por las diferencias entre republicanos y unionistas.

Fue reemplazado por Karen Bradley, que hasta ahora era secretaria de Estado de Cultura, Medios y Deporte, anunció el gobierno.

Ministros de poco peso en la cuerda floja

El detonante de la remodelación fue la renuncia forzada en diciembre de su viceprimer ministro, Damian Green, por mentir sobre unas imágenes pornográficas en una de sus computadoras.

La remodelación incluirá seguramente a miembros del ejecutivo con menor capital político, como la secretaria de Estado de Educación, Justine Greening, o el de Economía, Greg Clark.

Andrea Ledsom, líder de la Cámara de los Comunes y encargada de las relaciones entre los diputados y el Ejecutivo, también podría ser despojada de sus funciones.

Pagaría así el revés que infligieron los parlamentarios a Theresa May el 13 de diciembre, cuando 11 diputados conservadores votaron junto con la oposición a favor de que el Parlamento británico organice una votación final sobre los términos del acuerdo definitivo del Brexit.

La necesidad de una reforma gubernamental se hizo más acuciante después de la salida de Green, semanas después de que el ministro de Defensa, Michael Fallon, y la de Ayuda al Desarrollo, Priti Patel, abandonaran sus funciones por diferentes controversias.

El puesto de Damian Green parecía estar destinado a Jeremy Hunt, actual ministro de Sanidad, pero este fue finalmente confirmado y se mantendrá en sus actuales funciones, pese a la crisis que atraviesa el NHS, el servicio de salud británico.

Afrontar con fuerza la fase decisiva del Brexit

El nuevo Ejecutivo deberá definir rápidamente su posición de cara a las negociaciones con Bruselas sobre el Brexit, que se reanudarán en enero para lo relativo al periodo de transición; y en marzo para abordar la futura relación comercial entre Reino Unido y la Unión Europea (UE).

El acuerdo alcanzado con los 27 socios comunitarios sobre la primera fase de las negociaciones reforzó a May, quien dispone ahora de una legitimidad renovada, algo indispensable ante la ardua tarea que le espera.

La jefa del Gobierno británico deberá definir la futura relación que desea establecer Reino Unido con la UE, y para ello tendrá que conciliar las visiones antagonistas de los partidarios y los detractores del Brexit en el seno de su Ejecutivo.

A pesar de los retrasos en las primeras rondas de negociaciones, May se mostró confiada el domingo en su capacidad para obtener un buen acuerdo comercial con la UE este año, aunque las nuevas negociaciones se anuncian especialmente difíciles.

“Es nuestra intención”, afirmó el domingo a la BBC. El negociador jefe de la UE para el Brexit, “Micher Barnier, indicó que quería un acuerdo antes de octubre para poder presentarlo después al Parlamento Europeo, y nosotros deseamos que nuestro parlamento pueda pronunciarse antes” que el comunitario, precisó.