Inquietos tras la declaración de independencia, los catalanes contrarios a la secesión salieron a la calle este domingo en Barcelona mostrando la división en la región, por cuyo control pugnan el gobierno español y el destituido ejecutivo independentista catalán.

“¡Todos somos Cataluña!”. Sobre este mismo eslogan, los organizadores de esta marcha reunieron a centenares de miles de personas el pasado 8 de octubre, una semana después del referéndum inconstitucional sobre la independencia que llevó a España a una crisis sin precedentes.

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“Convivencia y sensatez” rezaban otras dos cabeceras en el paseo de Gracia de Barcelona, donde desde primera hora de la mañana empezaban a congregarse ciudadanos con banderas catalanas, españolas y europeas, en una manifestación organizada por la asociación antiindependencia Sociedad Civil Catalana y que cuenta con el apoyo de los principales partidos no separatistas.

El conflicto que mantiene desde hace años la región de Cataluña con el ejecutivo central de Mariano Rajoy alcanzó el viernes un punto álgido: los independentistas proclamaron una república, a lo que Madrid respondió destituyendo al gobierno regional y tomando el control de su administración.

Considerada una ofensa por los separatistas, la intervención de Madrid también es saludada con cierto alivio por alrededor de la mitad de los 7,5 millones de habitantes de esta región que, tras años eclipsados por las movilizaciones independentistas, aumentaron sus protestas.

“Yo en mi pueblo soy incapaz de salir con la bandera española”, lamentaba Marina Fernández, una estudiante de 19 años de Gerona, una de las ciudades más independentistas de la región.

“Nos han tomado el pelo. Es ilegal lo que han hecho”, se indignaba Miguel Ángel García, jubilado de 70 años. “Si Madrid no hace pagar responsabilidades, judicialmente o como sea, me sentiré estafado completamente”.

“El presidente es Puigdemont”

Por segundo día consecutivo, esta región española proclamada como república, aunque no reconocida por nadie, se despertaba sin saber quién llevaba las riendas de su administración.

Oficialmente, el gobierno dirigido por Carles Puigdemont fue destituido y sus funciones las asumió la vicepresidenta del ejecutivo español, Soraya Sáenz de Santamaría. También el parlamento está disuelto hasta las elecciones convocadas por Rajoy, el 21 de diciembre.

Alrededor de 150 altos cargos de la administración catalana fueron asimismo cesados y la cúpula de la policía regional, los Mossos d’Esquadra, relevada por órdenes del Ministerio del Interior. En la sede del gobierno catalán seguía ondeando la bandera española.

Pero los líderes independentistas todavía no reconocieron su cese. En una carta en el diario El Punt-Avui, Oriol Junqueras, el vicepresidente del ejecutivo destituido, aseguraba que “el presidente del país es y seguirá siendo Carles Puigdemont”.

“No podemos reconocer el golpe de Estado contra Cataluña, ni ninguna de las decisiones antidemocráticas que está adoptando el Partido Popular [de Rajoy] con control remoto desde Madrid”, añadió.

Menos explícito fue Puigdemont, que en un mensaje televisado el sábado apeló a “la oposición democrática a la aplicación del artículo 155” de la Constitución, que ha permitido al gobierno español tomar el control de Cataluña, pero siempre de forma pacífica.

Según explicó su abogado Jaume Alonso-Cuevillas a la AFP, actualmente hay “dos legalidades coexistiendo” en Cataluña, la española y la de la nueva “república catalana”, y los próximos días serán claves para ver cuál se impone.

Una fecha marcada en rojo en el calendario es el lunes, cuando los dirigentes destituidos o los diputados del parlamento disuelto podrían intentar volver a sus puestos de trabajo.

También se espera que la fiscalía española se querelle contra Puigdemont por “rebelión”, un delito penado con hasta 30 años de prisión.

El dilema electoral

A pesar de las causas judiciales abiertas contra él, el gobierno español entiende que el líder independentista catalán podría presentarse a las elecciones convocadas en diciembre.

“Se anima a participar a todo el mundo y Puigdemont está invitado a presentarse”, dijo el embajador español en Francia, Fernando Carderera.

Esta convocatoria anunciada por Rajoy el viernes desconcertó a los independentistas y les abrió un dilema: ¿participar y darles legitimidad o ausentarse y dejar el terreno libre a los partidos contrarios a la secesión que están ganando terreno?

Según una encuesta publicada este domingo por el diario El Mundo, los partidos independentistas perderían en unos comicios la mayoría absoluta obtenida en septiembre de 2015, pasando de 72 escaños sobre 135 a una horquilla entre 61 y 65.