Las elecciones del jueves tenían que ser sólo un paso más para la primera ministra Theresa May, pero los atentados y sus vaivenes las han complicado y, con ello, su aspiración a negociar el Brexit en posición de fuerza.

El líder laborista Jeremy Corbyn, de 68 años de edad, ha demostrado, inesperadamente, ser un adversario duro y correoso, liderando una campaña de proximidad sobre temas que afectan de cerca a los votantes -sanidad, Estado de bienestar, desigualdad-, mientras que May, de 60 años, evitó la confrontación de ideas y limitó el contacto con los electores.

De repente, las encuestas han recortado drásticamente el margen entre ambos, del 20% a favor de May al principio de la campaña, al 9% actual, según un promedio reciente de sondeos. Y los activistas sobre el terreno está sintiéndolo.

Los conservadores tienen una mayoría absoluta de 17 escaños y esperaban aumentarla a entre 50 y 80 para que May pueda negociar la salida de la Unión Europea con las manos libres y las espaldas cubiertas.

“Si logra menos de 50 escaños, será un resultado muy malo para ella”, dijo a la Agence France-Presse Iain Begg, un analista político de la London School of Economics. “Probablemente gane, pero por mucho menos de lo que pensaba al convocar las elecciones”, estimó.

‘Percepción alterada’

La primera ministra fue secretaria de Interior durante seis años, y a los tres atentados que ha sufrido el país en menos de tres meses -el último el sábado por la noche, en Londres-, y que dejaron en total 35 muertos, hay que sumar los errores políticos cometidos en campaña.

May tuvo que rectificar una de las medidas de su programa que preveía aumentar la contribución de los ancianos a su asistencia social, provocando alarma, y rechazó la confrontación con Corbyn al no aceptar participar en debates.

Ambas cosas chocan con el “liderazgo sólido y estable” que prometía su eslogan de campaña. A pesar de que ahora argumente que tuvo “las pelotas” de anticipar los comicios, como dijo el viernes.

Paul Howell, un candidato conservador en Yorkshire (norte), reconoció a la Agence France-Presse, coincidiendo con una visita de May a Guisborough, una localidad de ese condado, que su marcha atrás en la asistencia social a los ancianos “cambió la percepción de la campaña conservadora”.

Los laboristas están pescando votos entre los partidarios de salir de la Unión Europea como entre quienes se oponen, sostuvo el especialista en estudios de opinión John Curtice, estimando que las negociaciones de divorcio con Bruselas “no serán la única cuestión en la mente de los votantes el 8 de junio”.

“Lo que cuenta es la distribución de la riqueza”, dijo a la Agence France-Presse Dan Kattal, un hombre de Basildon que, como casi el 70% de los votantes de esta ciudad del sudeste de Inglaterra, votó a favor del Brexit.

“Corbyn, es una persona muy honesta”, añadió Kattal, “y al final, eso es lo que importa en la política”.

Los cambios de opinión de May -que durante un año negó categóricamente que fuera a adelantar las elecciones- dieron pie a una canción titulada “Liar, Liar” (“Mentirosa, mentirosa”), del grupo Captain Ska, que ya está en el cuarto lugar de las listas de ventas.

Corbyn, mejor de lo esperado

Cuando May convocó las elecciones, a mediados de abril, los laboristas estaban en su peor momento en las encuestas. Corbyn estaba bajo asalto por todos los costados, por sus ideas radicales o por su pacifismo, debilitado por sucesivas rebeliones dentro de su partido, de quienes creían que era imposible ganar unas elecciones con él al frente.

May no podía soñar con un mejor oponente. Así, concentró su campaña en afirmar que Corbyn “no está a la altura”, y en que ella es la única capaz de conducir las negociaciones de salida de la Unión Europea.

Pero Jeremy Corbyn frustró el pronóstico. Un columnista del diario conservador The Times, Philip Collins, admitió el viernes que los laboristas “han hecho una buena campaña” y “el crédito es también de Jeremy Corbyn, que estuvo mucho mejor de lo que esperaba.”

Al margen de este duelo, los independentistas del Partido Nacional Escocés (SNP) esperan conservar su hegemonía en la región del norte y volver a conseguir 56 de los 59 escaños asignados a Escocia para seguir abogando por un nuevo referéndum de independencia.