Los franceses votan este domingo bajo estrecha vigilancia policial tres días después de un atentado, en la primera vuelta de unas elecciones presidenciales muy reñidas y cruciales para el futuro de la Unión Europea.

Cuatro horas después de la apertura de los colegios electorales, la participación era de 28,54%, en ligera alza respecto a 2012.

El nivel de movilización de los 47 millones de votantes es una de las incógnitas de estos comicios por el gran número de indecisos.

La votación se celebra por primera vez bajo estado de emergencia, con 50.000 gendarmes y 7.000 militares desplegados en todo el territorio.

Son los comicios de resultado más impredecible de la historia reciente de Francia, con una carrera ajustada entre cuatro de los once candidatos.

El centrista Emmanuel Macron y la líder de extrema derecha Marine Le Pen encabezaban la intención de voto en los últimos sondeos publicados el viernes, pero el conservador François Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon les pisaban los talones.

La diferencia entre ellos es tan corta que se encuentran dentro del margen de error de las encuestas, por lo que cualquiera podría clasificarse para la segunda vuelta.

“Es importante votar pero no tenemos muchas opciones buenas, por lo tanto yo voté por el menos malo”, declaró André Pouilly, un jubilado de 67 años de Calais (norte).

Casi todos los candidatos votaron por la mañana. Emmanuel Macron, acompañado por su esposa Brigitte, lo hizo en la localidad de Touquet (norte) y Marine Le Pen en su feudo de Hénin-Beaumont, también en el norte.

Marine Le Pen, líder del Frente Nacional (FN), de 48 años, espera beneficiarse de la ola populista que propulsó la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y el voto a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).

Con un programa centrado en el “patriotismo” y la “preferencia nacional”, Le Pen defiende la salida del euro y de la UE, una promesa que de cumplirse podría propinar un golpe fatal a un bloque ya debilitado por el Brexit.

En cambio Macron, exministro de Economía del presidente socialista François Hollande, ha hecho campaña con un programa abiertamente europeísta y liberal.

Este exbanquero, prácticamente desconocido hace apenas tres años y que nunca se ha sometido al sufragio universal, podría convertirse con 39 años en el presidente más joven de Francia.

Campaña llena de sobresaltos

La recta final de la campaña se vio sacudida por un atentado en la emblemática avenida de los Campos Elíseos de París, en un país ya traumatizado por una ola de ataques yihadistas que ha provocado más de 230 muertos desde 2015.

Aunque es difícil medir el impacto de este ataque, algunos analistas estiman que podría reducir la brecha en la intención de voto entre los principales candidatos.

“La seguridad no ha desempeñado un papel en mi elección. Hay otros temas prioritarios para mí, sobre todo el desempleo, la economía”, declaró Hajar Erhamani, auxiliar de preescolar de 39 años que votó en la región parisina.

Fue una campaña atípica. Debilitado por una impopularidad récord, Hollande se vio obligado a renunciar a presentarse de nuevo, algo nunca visto en Francia en más de sesenta años.

Su primer ministro, Manuel Valls, fue eliminado en las primarias del partido socialista y de sus aliados por un candidato más a la izquierda, Benoît Hamon.

La campaña estuvo marcada por los enredos judiciales de varios candidatos, lo que relegó a un segundo plano el debate de los temas de fondo, principalmente económicos, en un país con una tasa de desempleo que ronda el 10%.

El conservador François Fillon perdió su condición de favorito después de que la prensa revelara que su esposa, Penelope, y dos de sus cinco hijos se beneficiaron de empleos públicos presuntamente ficticios por los que cobraron cientos de miles de euros.

Imputado por desvío de fondos públicos y apropiación indebida de bienes sociales, Fillon, que clama su inocencia, se aferró a su candidatura pese a múltiples deserciones en su entorno.

Marine Le Pen es también objeto de una investigación por empleos presuntamente ficticios en el Parlamento Europeo, donde ocupa un escaño de eurodiputada, y por supuestas irregularidades en el financiamiento de campañas pasadas. A diferencia de Fillon, se niega a ser interrogada por la justicia, invocando su inmunidad.

La última sorpresa llegó de la izquierda radical. Mélenchon, un exsocialista convertido en estandarte de la “Francia insumisa”, escaló en intención de voto hasta acercarse a Fillon.

Este admirador del exlíder venezolano Hugo Chávez y del cubano Fidel Castro está dispuesto a dar un portazo a la UE si no pone fin a la política de austeridad.

Los últimos colegios electorales cerrarán a las 20:00 horas locales. Los dos candidatos con más votos se medirán de nuevo en las urnas el 7 de mayo.