El gobierno alemán reaccionó este lunes por las acusaciones de “prácticas nazis” que lanzó el presidente turco Recep Tayyip Erdogan tras la prohibición de mítines electorales en Alemania a favor de la reforma constitucional turca.

La tensión diplomática entre Turquía y Alemania fue en aumento en particular por las repetidas críticas alemanas de los últimos meses al avasallamiento de la libertad de expresión y los derechos de la oposición luego de las purgas ordenadas por el gobierno turco tras el golpe fallido de julio.

“Seamos críticos cuando es necesario pero no perdamos de vista el significado de nuestra asociación, de nuestra estrecha relación. Conservemos la cabeza fría“, declaró ante la prensa el portavoz de la canciller Angel Merkel, Seffen Seibert.

Seibert también calificó como “absurdas y fuera de lugar” las acusaciones del domingo del presidente turco que había calificado como “prácticas nazis” la prohibición de los mítines electorales a favor del “sí” en el referendo de reforma constitucional del 16 de abril, una reforma que arroga nuevos poderes a Erdogan.

Comunidad turca en Alemania

Erdogan también dijo estar dispuesto a hacer campaña en Alemania.

Esta declaración inquieta a Alemania, que cuenta con una numerosa comunidad turca de tres millones de personas implantada desde los años sesenta, cuando necesitaba mano de obra para la industria, y que conserva un fuerte vínculo con su país de origen.

El gobierno de Merkel ya pidió los últimos meses a esta comunidad no importar los conflictos que agitan a Turquía, entre partidarios y detractores de Erdogan por un lado, turcos y kurdos por otro.

Para las fuerzas políticas turcas esta diáspora es particularmente importante ya que representa un vivero de votos. Aún más si se tiene en cuenta que 1,4 millones de electores turcos que viven en Alemania son pro-Erdogan.

“El resultado del referendo es incierto y el gobierno intenta utilizar toda oportunidad para obtener una ventaja política”, observó Sinan Ülgen, presidente del Center for Economics and Foreign Policy (EDAM) basado en Estambul.

Para Ülgen, la mayor parte de la clase política, incluida la oposición, es más bien crítica a las recientes prohibiciones en Alemania.

Prohibición

Varios alcaldes alemanes anularon mítines electorales en los que debían participar ministros turcos. Las autoridades locales justificaron la medida evocando dificultades logísticas o no haber sido informadas de la llegada de estos responsables.

El gobierno alemán en tanto subrayó que esas decisiones no le incumbían y que se trataba de temas de competencia municipal. Pero para Ankara, Berlín hace campaña en contra de Erdogan.

“Se trata de una presión sistemática y tomaremos las medidas necesarias, no tenemos miedo de nadie“, proclamó el ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, según la agencia Anadolu.

Tensión

Este está lejos de ser la única fuente de tensión entre Ankara y Berlín. Alemania denunció con vehemencia el arresto la semana pasada del corresponsal germano-turco del periódico Die Welt, Deniz Yücel, acusado de “propaganda terrorista”.

Ankara reprocha por su lado a Alemania de cobijar “terroristas”, sean éstos simpatizantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización “terrorista” según Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos, o presuntos golpistas.

Berlín registró los últimos meses miles de pedidos de asilo de ciudadanos turcos, en particular decenas de diplomáticos y militares.

A Turquía también le disgustó el voto el año pasado por los diputados alemanes de una resolución sobre el “genocidio armenio”, y la difusión por televisión de un poema satírico de carácter sexual sobre el presidente turco.

Antes de las declaraciones de Erdogan, estos dos socios históricos y pilares de la OTAN parecían sin embargo en camino de rebajar la tensión, tras una entrevista telefónica el sábado entre Merkel y el primer ministro turco, Binali Yildirim.