El gobierno británico reiteró que quiere una ruptura total con la Unión Europea para controlar la inmigración, en el libro blanco con sus objetivos y su estrategia para el Brexit, publicado este jueves,

El documento de 77 páginas, se articula en torno a doce puntos expuestos por la primera ministra Theresa May en un discurso en la mansión londinense de Lancaster House.

Si hasta entonces May había revelado poco sobre sus planes, limitándose a repetir que acataría la voluntad expresada por los británicos en el referéndum del 23 de junio —”Brexit es Brexit”—, en aquel discurso abogó por una ruptura “clara y nítida” con la UE, para frenar la llegada de inmigrantes europeos, y luego la negociación de un acuerdo comercial con sus antiguos socios.

El libro blanco confirma la voluntad no sólo de abandonar la Unión Europea, sino también el mercado único y la jurisdicción del Tribunal de justicia de la UE.

La prioridad, se afirma en el documento, es “recuperar el control” de la inmigración y que los europeos pasen a ser como cualquier otro inmigrante a la hora de obtener permisos de residencia y trabajo, lo que era incompatible con mantener alguna parte de la membresía del bloque.

El libro blanco sujeta los derechos de los europeos que ya están en el Reino Unido a la suerte de los británicos en la UE, dejando a ambos grupos en manos de las negociaciones. Estas se iniciarán en cuanto Londres notifique oficialmente la salida a sus socios europeos, en marzo como muy tarde, según prometió May.

No hay vuelta atrás

La publicación del libro blanco se produce al día siguiente de que el Brexit quedara encarrilado con su aprobación por el Parlamento, acabando con la última esperanza de los partidarios de seguir en el bloque, a saber, que los diputados, mayoritariamente proeuropeos, ignorasen el resultado de un referéndum que era legalmente consultivo, no vinculante.

Aunque todavía se necesitan tres votaciones —una más en la Cámara de los Comunes (baja) y dos en la de los Lores (alta)— para que se apruebe el proyecto de ley autorizando a May a iniciar la ruptura, su buen arranque llevó al ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, a felicitarse de “un momento histórico”.

David Davis, el ministro del Brexit, afirmó por su parte que se había superado “el punto de no retorno: vamos a abandonar la UE”.

“¡Lo hemos conseguido, con una mayoría de 384 diputados!”, se congratuló Nigel Farage, el que fue líder del UKIP y uno de los rostros principales de la campaña a favor del Brexit, antes de dirigir a sus partidarios a una lista con los “114 enemigos de la democracia” que habían osado votar contra el Brexit.

Entre ellos había 47 diputados laboristas que ignoraron la amenaza de represalias de su líder, Jeremy Corbyn, si votaban en contra de la ley, en lo que parece el inicio de la enésima crisis reciente del primer partido de la oposición.

Los 54 diputados del Partido Nacional Escocés (SNP), tercero de la Cámara, votaron también en contra, argumentando que la región del norte de Gran Bretaña votó unánimemente contra la salida de la UE, y entre quejas de que el gobierno de May no está consultándoles lo suficiente en este tema.

El examen del proyecto de ley seguirá la semana que viene durante tres días de debates en los Comunes —lunes, martes y miércoles— antes de una segunda votación y de su traslado a la Cámara de los Lores, de donde podría salir ya como ley a principios de marzo.

Justo a tiempo para que May notifique a sus socios europeos la salida en la cumbre que mantendrán el 9 de marzo, dando el pistoletazo de salida a dos años de negociaciones para acordar los términos del divorcio, el primero en la historia de la UE.