El autor del atentado con camión en Berlín siguió una trayectoria caótica que desembocó en el yihadismo: delincuente de poca monta e inmigrante clandestino que probablemente se radicalizó en la cárcel antes de focalizarse en Alemania.

El tunecino Anis Amri, que cumplió sus 24 años el 22 de diciembre y cuyo ataque fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico, fue abatido en Italia por la policía el viernes después de más de tres días en fuga.

Cuando la revolución tunecina estalló y derrocó en enero de 2011 al dictador Zine El Abidine Ben Ali, Anis tenía apenas 18 años.

En virtud de una condena en rebeldía de cuatro años de prisión por robo, aprovechó el desorden reinante para hacerse a la mar y llegar a la isla de Lampedusa. En ese momento, mintió sobre su edad para ser considerado menor no acompañado y, así, ser trasladado a Sicilia.

Además de por su condena, “Anis también se fue para huir de la miseria. No tenía ningún futuro y quería mejorar a cualquier precio la situación financiera de nuestra familia, que vive por debajo del umbral de la pobreza“, explicó su hermano Abdelkader.

Vuelta a la delincuencia

En Italia volvió a caer en la delincuencia. Detenido con unos amigos por haber incendiado una escuela, fue condenado a cuatro años de prisión y, lejos de ser un detenido modelo, no se benefició de ninguna reducción de la pena.

Fue quizá en una de las cárceles por las que pasó donde se radicalizó, según la prensa italiana, un fenómeno recurrente en Europa.

Tras su liberación, Túnez rechazó aceptarlo en su territorio e Italia lo expulsó.

En julio de 2015 llegó a Alemania, en pleno auge del éxodo migratorio, cuando más de 900.000 solicitantes de asilo que huían de la guerra y la miseria llegaron a ese país.

Muy rápidamente, fue clasificado como “individuo peligroso” por los servicios especializados de la región de Renania del Norte-Westfalia.

Mantuvo contactos con un iraquí de 32 años, identificado como Ahmad Abdulaziz Abdullah A., alias “Abu Walaa”, considerado por las autoridades como un predicador vinculado con el grupo yihadista Estado Islámico de la mezquita de Hildesheim, un feudo salafista.

El joven tunecino también estuvo vigilado por la policía en varias ocasiones, principalmente la noche del atentado y unos días antes, cuando entraba y salía de una mezquita radical del barrio de Alt-Moabit de Berlín, según varios medios.

Además, Anis Amri fue investigado entre marzo y septiembre en el marco de una operación de la fiscalía de Berlín por “preparación de un acto criminal grave que supondría un peligro para el Estado”.

En concreto, era sospechoso de preparar un robo para comprar “armas automáticas y, probablemente a continuación, con la ayuda de cómplices que quería encontrar, cometer un atentado”.

Las autoridades también sabían que disponía de, al menos, media docena de identidades y que circulaba libremente con ellas por Alemania.

“Pequeño traficante”

A pesar de las pesquisas de la Policía, las investigación no “pudieron confirmar las sospechas iniciales”. El caso fue archivado por falta de pruebas suficientes y, en septiembre, se le dejó de vigilar.

La fiscalía de Berlín pensaba que se trataba de un adepto a las peleas y un pequeño traficante del Görlitzer Park de Berlín, un espacio verde frecuentado por los consumidores de drogas, que acuden allí para comprar.

Pero, en noviembre, lo volvió a señalar ante el centro antiterrorista federal. Poco después, desapareció hasta la noche del 19 de diciembre. Manejando un camión polaco robado, embistió contra un mercadillo navideño en Berlín, matando a 11 personas.