Sin sorpresas, Mariano Rajoy obtuvo este jueves 170 votos a favor (137 de su Partido Popular, 32 del centroderecha Ciudadanos y 1 de un pequeño partido canario), menos de la mayoría absoluta necesaria, por lo que tendrá que esperar a la segunda votación para recibir la confianza del Parlamento.

El sábado, cuando necesita solo más síes que noes, tiene garantizada la victoria en el Parlamento de 350 diputados, gracias a la abstención del Partido Socialista (PSOE).

Pese a permitir un gobierno conservador, los socialistas se apresuraron a advertir que no facilitarán su estabilidad.

“No es un apoyo a su gobierno ni a sus políticas (…) y tendrán que conseguir la gobernabilidad en esta cámara semana a semana, votación tras votación”, afirmó el portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando durante el debate.

Rajoy “no es el presidente de gobierno que España necesita pero (…) nos vamos a abstener el próximo sábado para evitar unas terceras elecciones que los españoles no merecen”, justificó.

Los inmediatos rivales de los socialistas, la izquierda radical de Podemos, se autoproclamó como la oposición real al futuro gobierno conservador cimentado en un acuerdo con el partido liberal Ciudadanos y la abstención del PSOE.

“Cuando uno contribuye a hacer presidente a alguien, es muy difícil ser oposición”, atacó el líder de Podemos, Pablo Iglesias.

El único incidente del debate lo protagonizaron Iglesias y su coalición (Podemos e Izquierda Unida).

El portavoz del PP, Rafael Hernando, acusó a Iglesias de ponerse “al servicio de dictadores” por supuestamente haber recibido dinero de Venezuela e Irán. Para responder, Iglesias pidió el derecho de palabra, pero la presidenta del Parlamento se lo negó, ante lo cual los diputados de la coalición abandonaron el Hemiciclo. Regresaron minutos después para la votación.

Legislatura complicada

Pese a ser criticado por sus recortes presupuestarios y los escándalos de corrupción, el Partido Popular en el poder desde 2011 se dirige a ser reelegido el sábado, tras haber ganado las dos últimas elecciones de diciembre y junio aunque lejos de la mayoría.

La tabla de salvación se la ofreció el centenario partido socialista, segunda fuerza en el Parlamento, desgarrada por una rebelión interna para desbancar a su exlíder Pedro Sánchez y evitar las terceras elecciones en un año que debían convocarse el lunes si España seguía sin gobierno.

Las grietas en el PSOE pueden profundizarse el sábado, cuando al menos los siete diputados socialistas de Cataluña tienen previsto no obedecer la instrucción de abstenerse y votarán “no” a Rajoy, pese a exponerse a sanciones.

Rajoy exigió este jueves a los socialistas que en el futuro tengan “la misma responsabilidad por la que se van a abstener”. “Tan malo es no tener gobierno como tener un gobierno que no pueda gobernar“, dijo.

En una muestra del poco margen de acción que tendrá el nuevo gobierno en minoría el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, advirtió a Rajoy que “esto puede durar muy poco (…) si usted no cumple” con las más de 100 reformas a las que se comprometió a cambio del apoyo a su investidura de los liberales.

En 10 meses de bloqueo político, iniciados en diciembre de 2015 cuando el Congreso se fragmentó por la irrupción de Podemos y Ciudadanos, los deberes se acumularon en la mesa del ejecutivo.

El más urgente es redactar unos presupuestos para 2017 cumpliendo con el déficit del 3,1% comprometido con la Unión Europea, que amenaza con sancionarles. Para ello, serán necesarios recortes de 5.500 millones de euros que el PSOE no parece dispuesto a aprobar.

Pero los retos no terminan allí: reducir la desigualdad generada por la crisis, atajar el elevado desempleo sin precarizar como hasta ahora el mercado laboral, mejorar un sistema educativo que se encuentra en muchos aspectos en la cola de Europa o abordar el desafío independentista en Cataluña.