Los socialistas españoles mantenían este sábado en Madrid una tensa reunión que decidirá la suerte de su líder Pedro Sánchez y probablemente el futuro político inmediato de España, empantanada desde hace más de nueve meses.

Los miembros del comité federal, una especie de “parlamento” del partido formado por cerca de 300 miembros, llegaron a la sede del PSOE y de momento ni siquiera lograron acordar el orden del día y quién dirige la reunión, indicó a la AFP una fuente de la formación.

Pedro Sánchez está fuertemente debilitado desde que el miércoles dimitió la mitad de la cúpula dirigente del partido, y espera recuperar su impulso convocando unas primarias el próximo 23 de octubre, con la esperanza de que los militantes lo revaliden en el cargo.

Sus detractores en cambio no reconocen ya su autoridad, y quieren que el partido quede de forma interina en manos de una gestora. En caso de prosperar esta opción y no la convocatoria de unas primarias, Sánchez dijo el viernes que dimitiría.

El nudo del conflicto está en si el PSOE debe continuar impidiendo que el conservador Partido Popular (PP) gobierne en minoría, posición que defiende Sánchez, o si por el contrario debe abstenerse en el Parlamento y permitir que Mariano Rajoy siga de presidente del ejecutivo, tras más de nueve meses de interinidad.

Frente a la sede del partido en la madrileña calle de Ferraz estaban congregados más de un centenar de militantes simpatizantes de Sánchez, que increparon a los dirigentes detractores de éste a gritos de “fascistas”, “traidores” y “vendidos”.

“Todo esto me parece una conspiración que nunca se ha visto en el partido”, dijo a la AFP Francisco Gómez Martín, un veterano militante que se encadenó 26 horas en la sede del PSOE en Mérida (Extremadura, oeste) tras conocer el miércoles el intento de derrocamiento de Sánchez.

“El partido no es de ellos (los dirigentes), es de los militantes, de los que están trabajando en las calles y en los pueblos”, abundó Laura Martínez, del pueblo de Loeches, a unos 20 km de Madrid.

Los simpatizantes de Sánchez estaban además enfurecidos con Susana Díaz, la influyente presidenta socialista de Andalucía, a la que atribuyen la ambición de querer dirigir el partido tras el “golpe de mano” del miércoles.

En el poder desde 2011, Rajoy ganó las legislativas de junio pasado, pero con 137 diputados de los 350 del Parlamento su Partido Popular quedó lejos de una mayoría necesaria para gobernar, por lo que le es necesaria al menos la abstención del PSOE para mantenerse en el poder.

En caso de persistir el bloqueo hasta el 31 de octubre, se disolverá el Parlamento y se convocarán nuevas elecciones legislativas en diciembre, las terceras en apenas un año, algo insólito en España y Europa.

Pedro Sánchez ha insistido en que no se debe facilitar el gobierno al PP, sino explorar un ejecutivo alternativo con el apoyo de los izquierdistas de Podemos. Pero esto supondría buscar también un acuerdo con los nacionalistas catalanes.

Los críticos del actual secretario general socialista le contestan que con 85 diputados en el Parlamento no se puede gobernar, y le reprochan haber cosechado los peores resultados históricos para el PSOE en las elecciones generales de diciembre y junio, y en las regionales de Galicia y País Vasco el domingo pasado.