El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció el jueves la visita del secretario norteamericano de Estado, John Kerry, a finales de mes, que sería la primera de un alto diplomático occidental después de la intentona golpista de mediados de julio pasado.

Un portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, declinó confirmar la visita.

“Pienso que su secretario de Estado va a venir el 21” de agosto, declaró Erdogan en una entrevista en directo en por la televisión pública turca TRT.

Si tiene lugar, el viaje de John Kerry llegará a pesar de las vivas tensiones entre Estados Unidos y Turquía, alimentadas por una orden de detención de Ankara contra el predicador Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos.

El régimen turco le acusa de ser el cerebro del golpe de Estado fallido, algo que niega el interesado.

Cerca de 60.000 personas, sobre todo militares, magistrados o docentes, han sido detenidos, suspendidos o despedidos después del intento de golpe.

En un par de semanas, una delegación encabezada por los ministros turcos de Relaciones Exteriores y Justicia también debe viajar a Estados Unidos para explicar la presunta implicación de Gülen en la intentona golpista, añadió Erdogan.

Un tribunal de Estambul dictó el jueves una orden de detención contra el ex imán, exiliado desde 1999 en Pensilvania, y lo acusa de “haber ordenado el intento de golpe de Estado del 15 de julio”, que hizo vacilar al poder durante varias horas y dejó 272 personas.

Esta iniciativa abre la puerta a una solicitud formal de extradición a Washington de la bestia negra del presidente Erdogan.

Este dossier puede enturbiar por mucho tiempo las relaciones entre Turquía y Estados Unidos.

Los máximos responsables de Turquía han reclamado muchas veces a Estados Unidos la extradición del “terrorista” Gülen.

Turquía anunció que remitió dos veces “dossieres” sobre el papel de Gülen en la intentona golpista. El predicador condenó el intento de derribo del poder desde su exilio estadounidense.

Kerry estimó el 18 de julio que el régimen turcos debía presentar “pruebas, no acusaciones” contra Gülen.