Julian Assange, fundador de la plataforma Wikileaks, comparecerá ante el tribunal central de Old Bailey, en Londres. Su destino se decidirá en las próximas tres semanas: ¿será extraditado a Estados Unidos? Assange se podría enfrentar a 175 años de prisión si es declarado culpable.

Enemigos poderosos

Que Assange, colmado de premios periodísticos, tiene enemigos poderosos, quedó más que claro cuando Mike Pompeo describió a Wikileaks como un “servicio de inteligencia enemigo no estatal” en julio de 2017.

Fue durante su primera aparición pública como jefe de la CIA, cerca de un año antes de que se convirtiera en secretario de Estado de Estados Unidos. Para el entonces fiscal general Jeff Sessions, el arresto de Assange era “una prioridad”.

La razón: en 2010, Wikileaks publicó alrededor de medio millón de documentos estadounidenses clasificados de secretos sobre las guerras en Irak y Afganistán. En ellos se documentan también crímenes de guerra cometidos por tropas estadounidenses, como en el video llamado “Asesinato colateral”, con el que Wikileaks saltó de repente a la fama en la primavera de 2010.

En él se pudo ver cómo se disparaba desde un helicóptero militar estadounidense a civiles en la ciudad de Bagdad, entre ellos se encontraban dos periodistas de Reuters.

Precursor del periodismo moderno

Para Christian Mihr está claro que Julian Assange “allanó el camino a la forma como el periodismo maneja grandes cantidades de datos en la actualidad”. El gerente de Reporteros sin Fronteras (RsF) dijo a DW que Assange, como fundador de Wikileaks, inició publicaciones que eran extremadamente importantes para la opinión pública global. “Es por eso que RsF defiende a Julian Assange sin hacer concesiones”, agregó.

Mihr estará en el tribunal. Sin embargo, el acceso al público es muy limitado. No sabe aún si podrá conseguir uno de los asientos del auditorio. Esto no se debe necesariamente a ninguna restricción por coronavirus.

Mihr ya estuvo en la primera ronda de las audiencias orales a fines de febrero y se sorprendió en ese momento de que “obviamente no tenían interés en hacer posible que las organizaciones no gubernamentales internacionales o los parlamentarios participaran como observadores”.

Daniel Leal-Olivas | Agence France Presse

El Estado de derecho socavado

A Mihr también le sorprendieron las circunstancias del proceso: “Assange fue presentado en una vitrina. Tuvo problemas para ponerse en contacto con sus abogados durante el proceso, requisito legal para poder seguir el proceso correctamente”.

En el caso de Julian Assange, se está socavando el Estado de derecho, criticó el relator especial de la ONU sobre tortura, Nils Melzer, en una entrevista con DW: “A Assange no se le conceden cosas que se dan por sentadas y que se conceden hasta al peor criminal de guerra, por ejemplo, en La Haya. No tiene contacto con sus abogados estadounidenses, tiene contacto muy limitado con sus abogados británicos y casi no tiene acceso a documentos legales”.

Melzer, quien imparte además clases en el Departamento de Derecho de la Universidad de Glasgow, afirma: “Se trata de violaciones procesales de extrema gravedad para las que no hay justificación”. El derecho de Assange a una comunicación protegida con sus abogados también fue violado durante su estadía en la embajada de Ecuador.

Cartas pidiendo su liberación

En este sentido, no es de extrañar que a mediados de agosto más de 160 abogados y juristas enviaran una carta abierta al primer ministro británico, Boris Johnson, exigiendo la liberación de Assange.

Según los firmantes, Assange se vería amenazado con un “juicio espectáculo” en Estados Unidos. A esta carta le siguieron otras de Reporteros sin Fronteras, de 200 médicos de 33 países y personalidades del mundo de la política y cultura, también de Alemania.

Estados Unidos: hacker, no periodista

La estrategia de la Justicia estadounidense se basa en atacar a Assange no como editor, sino como hacker. Los 18 cargos, que se pueden reducir a tres causas principales: Assange habría brindado apoyo técnico a la fuente de las filtraciones, Chelsea Manning, habría instigado a Manning a entregar más material y habría puesto deliberadamente en peligro vidas humanas al publicar los cables de la embajada.

Sin embargo, Manning tuvo de todos modos acceso al material filtrado, al igual que decenas de miles de personas más. La supuesta solicitud de proporcionar más material se basa únicamente en un mensaje de chat que puede interpretarse de muy diferentes formas.

Y los telegramas de la embajada a los que se refiere la tercera acusación fueron codificados. Esta clave solo se había compartido con algunos periodistas y medios de comunicación para evitar publicar información sin editar. Wikileaks acusa a un periodista de investigación británico de haber publicado la contraseña en un libro y haberle dado al mundo acceso al material explosivo.

“EE.UU. quiere sentar un precedente”

Para Melzer, experto en tortura de la ONU, el juicio de Londres no se trata solo de Julian Assange: “Se trata principalmente de los delitos de sus perseguidores, de los Estados que socavan el Estado de derecho, que se niegan a responsabilizar a sus criminales de guerra y torturadores y que sientan un precedente ante todo el mundo de que todo aquel que informe a la opinión pública sobre crímenes de guerra estatales, pueden ser condenados como espías”.

Si esto llegara a ser realidad en algún momento, advierte el abogado, “entonces habría sólo un pequeño paso del Estado de derecho a la tiranía”.