A grito de “no hay paz sin justicia”, las protestas frente a la Casa Blanca continuaron este domingo por la noche, cuando volvieron a presentarse enfrentamientos con la policía. En los días anteriores, cientos de manifestantes se habían concentrado fuera de la Casa Blanca para protestar contra la violencia policial y el racismo.

Según el Ministerio de Defensa, un total de 5.000 miembros de la Guardia Nacional se han movilizado para controlar la situación. Además de la capital Washington, los soldados están desplegados en más de una decena de estados.

Las protestas de Washington fueron parte de una revuelta nacional que estalló en Mineápolis después de la muerte de George Floyd.

El afroamericano de 46 años murió el 25 de mayo después de que un policía se arrodillara sobre su cuello durante más de ocho minutos e ignorara sus súplicas mientras Floyd exclamaba “¡no puedo respirar!”. La razón de la brutal acción policial: Floyd quería pagar en una tienda con un billete de 20 dólares supuestamente falsificado.

La muerte de Floyd recuerda el caso de Eric Garner, el afroamericano que murió en diciembre de 2014 después de que un oficial de policía lo estrangulara por detrás cuando fue arrestado. Antes de morir tirado en el suelo, Garner también gritó desesperadamente “¡no puedo respirar!”.

Ambos casos son solo dos ejemplos en una larga lista de estadounidenses negros desarmados asesinados por policías blancos.

“Si nos quedamos en silencio somos cómplices”

“La fuerza impulsora detrás de las protestas es la frustración de la gente”, dice el Dr. Bryant Marks, profesor de Psicología en la tradicional universidad afroamericana de Morehouse College, a la cual también asistió Martin Luther King. “Se sienten desesperados e indefensos. Y muchos policías y otros miembros de nuestra sociedad no entienden eso”.

Marks también le dijo a DW que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no está contribuyendo a una mayor comprensión entre los afroamericanos y los oficiales de policía. Trump describió a los manifestantes como “thugs” (matones), un término despectivo para los mafiosos que usa casi exclusivamente para hombres negros.

El presidente expresó su simpatía por la familia de Floyd, pero a Marks le resulta poco convincente. Palabras de compasión solo salen de la boca del presidente cuando las lee, dice Marks. “Cuando habla libremente o en sus tuits, puedes ver su verdadero yo”, asegura.

Trump es criticado desde muchos lados. Con su comportamiento le da oxígeno al fanatismo, escribió el candidato presidencial demócrata Joe Biden en Twitter. “Si permanecemos en silencio, somos cómplices en el hecho de que estos ciclos de violencia continúan”, dijo en otro tuit.

Prejuicios no solo de los policías

Cuando se trata de estadísticas de brutalidad policial, los negros en Estados Unidos no solo están peor que los blancos. En promedio, también tienen más problemas de salud y menos acceso a una buena atención médica.

Consecuencia: en lo que va de pandemia, muchos más afroamericanos han muerto de Covid-19 que blancos en el país. Dicho de otra forma, alrededor de 23% de todas las muertes han sido de afroamericanos, cuando estos solo representan alrededor de 13% de la población estadounidense.

“Tenemos preocupantes desigualdades de salud en Estados Unidos”, asegura el Dr. Ashwin Vasan a DW. Vasan es profesor de Medicina en la Universidad de Columbia y médico en el Hospital Presbiteriano de Nueva York.

“El virus está exacerbando estas desigualdades que han existido durante siglos”, sentencia. El asesinato de Floyd afectó profundamente justo a la población que había perdido más amigos y familiares por el coronavirus en los últimos meses.

Ahora, ¿pueden los manifestantes que toman las calles contra el racismo cambiar las injusticias centenarias en su país? Marks cree que es posible que las propuestas legislativas sobre el comportamiento policial y los controles policiales en algunos estados pueden ser sometidas a votación en las elecciones de noviembre si las protestas continúan por un tiempo y el problema sigue en los medios de comunicación.

Pero también cree que no es suficiente que los oficiales de policía tengan que adherirse a reglas más estrictas y tomar medidas de capacitación. Los prejuicios contra los jóvenes afroamericanos en particular están muy extendidos en todo el país. “Si realmente queremos controlar esta situación, toda la sociedad tiene que cambiar”, manifiesta Marks.