A Donald Trump se le echa en cara el haberse expresado de esta ciudad estadounidense en los términos más ofensivos imaginables en el vocabulario de un presidente. ¿Qué busca al denigrar a una urbe entera como lo hizo?

El demócrata Elijah Cummings es la máxima autoridad del Comité de Supervisión y Reforma, el más importante de los gremios fiscalizadores de la cámara baja del Congreso estadounidense. Como tal, el legislador de 68 años ha dirigido la investigación de los posibles vínculos del equipo de campaña electoral de Donald Trump con el Kremlin en el marco de los comicios presidenciales de 2016 y se ha pronunciado sobre las violaciones de derechos humanos registradas en los centros de detención de migrantes en el sur del país norteamericano.

A estas alturas, a nadie le extraña que Donald Trump responda personalmente a quienes critican su gestión ni mucho menos que lo haga apelando a las redes sociales. Pero al intentar descalificar las opiniones de Cummings vía Twitter, el “hombre fuerte” de la Casa Blanca ha causado conmoción con la elección de sus palabras.

“La jurisdicción de Cummings es un desastre asqueroso, infestado de ratas y roedores”, escribió.
“Ningún ser humano querría vivir allí”, acotó, aludiendo al 7º distrito de la ciudad de Baltimore, Maryland.

“Cummings ha sido un matón brutal, gritándole a los grandes hombres y mujeres de la Patrulla Fronteriza por las condiciones en la frontera sur del país, cuando, en realidad, su distrito de Baltimore es mucho peor y más peligroso”, agregó Trump antes de que comenzaran a llover los reproches.

Al día siguiente, el presidente subrayó sus afirmaciones. “No hay nada malo en destacar lo evidente: el representante Elijah Cummings hizo un muy mal trabajo por su distrito y la ciudad de Baltimore”, escribió en Twitter el 28 de julio.

Baltimore| AFP
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Calculado racismo


Baltimore es la urbe más poblada del estado de Maryland y la jurisdicción de Cummings, que abarca más de la mitad de esa ciudad, cuenta con casi 660.000 habitantes, la mayoría de los cuales son afroamericanos.
Ese es un dato relevante desde que estalló la polémica en torno a los tuits del líder republicano. Análisis realizados por varios medios revelan que Trump reserva el uso del término “infestado” para referirse a lugares habitados principalmente por afroamericanos y latinoamericanos. La última vez que lo empleó fue el 14 de julio.

En aquella ocasión agredió a cuatro congresistas demócratas de ascendencia extranjera. “¿Por qué no se regresan y ayudan a arreglar los países ruinosos e infestados de crimen de los que vinieron?”, dijo Trump. Dos días más tarde, el Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución en la que los tuits del presidente eran tachados de racistas; pero eso no inhibió a sus simpatizantes de continuar apoyándolo. Expertos señalan que los comentarios racistas de Trump no son deslices, sino producto del cálculo electoral.

Celeste Montoya, profesora asociada de la Universidad de Colorado especializada en Estudios de la Mujer y de Género, no duda en advertir que Trump instrumentaliza políticamente las tensiones raciales para movilizar a su base electoral.

Vincent Southerland, director ejecutivo del Centro para la Investigación de la Etnicidad, la Desigualdad y la Ley, adscrito a la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York, señala que Trump es “síntoma de una enfermedad mayor”: la desigualdad propiciada en Estados Unidos por la etnicidad.

“Para alejarnos del pasado, primero debemos enfrentarlo y creo que eso es algo que todavía no hemos hecho”, añade Southerland. Pero, ¿qué busca el mandatario al denigrar a una localidad estadounidense como lo hizo con Baltimore?

No es mentira que en la histórica ciudad portuaria se registren altos índices de desempleo, pobreza, consumo de drogas ilegales, delincuencia y homicidios, y que la población afroamericana sea la más afectada por las circunstancias. Sus calamidades sirvieron de inspiración para una célebre canción en 1977.

Baltimore | AFP
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Oda a Baltimore

Compuesta por Randy Newman y popularizada por la pianista y cantante Nina Simone, Baltimore habla de los “tiempos duros en un pueblo duro a orillas del mar”, de “prostitutas en las esquinas”, de “borrachos tirados en la acera”, de una “ciudad que muere sin que nadie sepa por qué”.

Pero Baltimore no es un lugar homogéneo; tiene otras caras. Tiene vecindarios muy bellos donde vive la gente rica. La demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, nació en ese rincón de Estados Unidos. Su padre fue alcalde de la ciudad.

“Hay doscientos barrios singulares aquí en Baltimore. Son tantas cosas las que me gustan de este lugar: su comida, su historia, su arquitectura…”,
dice el trabajador social Jonathan Callaway Peak en entrevista con DW.

El criminólogo Jeffrey I. Ross, de la Universidad de Baltimore, completa la lista de Callaway Peak mencionando la escena artística alternativa de la ciudad; el puerto interior, que es un imán para los turistas; y la apasionada lealtad de los lugareños por sus equipos de fútbol estadounidense y de béisbol.

En Baltimore tenemos dificultades en los ámbitos de la seguridad, el desempleo y la educación; pero hay otras ciudades con los mismos problemas”,
arguye Leon F. Pinkett III, integrante del concejo municipal local, todavía asombrado por la virulencia con que Trump la emprendió contra esta urbe de Maryland en lugar de ofrecer soluciones para sus problemas. No todos en Baltimore han defendido a Cummings de los tuits del presidente, pero muchos enfatizan que el legislador ha enfrentado los desafíos valientemente desde que llegó a Washington, en 1996.