Dos asociaciones estudiantiles de una prestigiosa universidad de Pensilvania cuyos miembros habrían cometido agresiones sexuales decidieron cerrar sus puertas el martes de noche, en un nuevo eco del movimiento #MeToo en los campus estadounidenses.

La suerte de estas dos “fraternidades” -asociaciones con nombres formados por letras griegas que son integradas solo por estudiantes hombres, según la tradición universitaria estadounidense- fue sellada en la Universidad de Swarthmore, una institución de élite que agrupa a unos 1.600 estudiantes cerca de Filadelfia.

“Delta Upsilon” y “Phi Psi”, las dos últimas fraternidades de Swarthmore, estaban bajo presión desde que el diario de la universidad publicó hace dos semanas informes de reuniones internas de “Phi Psi” entre los años 2013 y 2016, que hablan de “un ático de violaciones”, del uso de “drogas de violaciones”, y con comentarios insultantes sobre mujeres y minorías.

Desde el sábado decenas de estudiantes ocuparon el edificio de “Phi Psi” en el campus, reclamando la prohibición de las asociaciones.

La universidad las suspendió, a la espera de las conclusiones de un grupo de trabajo encargado de investigar los hechos mencionados en los informes internos, que fueron entregados al diario por una fuente anónima.

La presidenta de Swarthmore, Valerie Smith, confirmó este miércoles que las asociaciones habían decidido cerrar las puertas y entregar los edificios que ocupaban en el campus.

“Respetamos la decisión de los estudiantes y apreciamos la condena de los comportamientos descritos en los documentos de 2013-2016 recientemente difundidos públicamente”, escribió en el sitio internet de la universidad.

Pero deploró el clima de divisiones y delaciones en el campus desde el comienzo de esta historia, cuando “no hay ninguna prueba hasta ahora de que un estudiante actual haya participado en esos comportamientos” descritos en los informes.

“Escuchamos historias desgarradoras de estudiantes que se sentían rechazados al punto de querer abandonar” Swarthmore, provenientes “tanto de manifestantes (contra las fraternidades) como de miembros de esas fraternidades”, subrayó.

Las agresiones sexuales en los campus universitarios estadounidenses son objeto de discusión y polémica desde hace unos años. Las fraternidades, conocidas por sus fiestas repletas de alcohol, sexo y drogas, han estado al frente de la polémica.

En 2016, la condena a solo seis meses de cárcel de un estudiante de Stanford que violó a una joven tras una noche de juerga y alcohol suscitó una fuerte controversia.

Desde el inicio del movimiento #MeToo, varias escuelas y universidades han hecho su mea culpa tras haber sido acusados de cerrar los ojos durante mucho tiempo a las agresiones sexuales perpetradas por profesores o estudiantes.