Después de años de desintegración económica que provocaron hambre, hiperinflación y el éxodo de unos tres millones de personas de lo que debería ser uno de los países más ricos de América del Sur, Estados Unidos, seguido de muchos países europeos, decidió exhortar a un cambio de régimen en Venezuela.

Tanto el gobierno de Trump como países europeos como Alemania y Francia reconocieron recientemente al líder de la oposición, Juan Guaidó, como presidente interino legítimo en lugar de Nicolás Maduro, quien inició recientemente un segundo período tras una controvertida victoria electoral.

La situación en Venezuela se ha vuelto tan grave
que incluso los expertos que tradicionalmente son profundamente escépticos acerca de los esfuerzos de EEUU por propiciar cambios de regímenes, encuentran difícil rechazar tal actitud en este caso.

“Por lo general, me opongo a este tipo de cosas”, dijo Barry Posen, un destacado defensor de la escuela realista en materia de relaciones internacionales que dirige el Programa de Estudios de Seguridad del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). En su libro más reciente “Restraint”, Posen aboga por un papel más limitado de Estados Unidos en los asuntos globales.

“De vez en cuando me han inducido a apoyar alguna (de estas iniciativas) y por lo general me arrepiento después, porque por lo general, han salido mal, incluso en los casos que parecían tener sentido”, dijo Posen. “Así que soy más o menos un escéptico quemado, pero esto no significa que en este caso no podría resultar”.

Intervenciones con malos resultados

El escepticismo de Posen sobre los esfuerzos de cambio de régimen está bien fundado, afirma Lindsey O’Rourke, una académica del Boston College, cuyo libro sobre la historia de las intervenciones de EE.UU. “Cambio de régimen encubierto”: La Guerra Fría Secreta de Estados Unidos” se publicó el mes pasado.

“Tanto mi investigación como la de varios otros expertos sobre los cambios de régimen han revelado que estos tienden a no mejorar las relaciones políticas y económicas entre los paíse
s, rara vez conducen a democracias e, independientemente de que las operaciones se lleven a cabo de manera encubierta o abierta, tienden a aumentar la probabilidad de una guerra civil y asesinatos en masa”, dijo O’Rourke. “Hay muy pocas razones para el optimismo.”

Pero no es solo el sombrío historial de las intervenciones militares estadounidenses lo que hace que O’Rourke y Posen mantengan su escepticismo; también es el historial de los principales funcionarios de Trump que dirigen la política de la administración con respecto a Venezuela: John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump, y Elliott Abrams, recientemente nombrado enviado especial para Venezuela.

Elliott Abrams | ARCHIVO | Agence France-Presse
Elliott Abrams | ARCHIVO | Agence France-Presse

La promesa de Bolton


La afición de Bolton por las intervenciones militares es bien conocida
. Anteriormente había hecho un llamamiento a la acción militar contra Irán, Irak y Corea del Norte, países a los que el presidente George W. Bush calificó de “eje del mal”. Bolton fue el controvertido embajador de Bush en la ONU.

Las tendencias neoconservadoras de Bolton son bien conocidas. Su reciente calificación de Cuba, Venezuela y Nicaragua como la “troika de la tiranía” recibió comparativamente poca atención en los medios de comunicación. Pero en un discurso en Miami, el día antes de las elecciones de mitad del mandato, en un lenguaje que recuerda claramente al “eje del mal” de Bush, Bolton hizo una promesa atrevida.

“La Troika de la tiranía en este hemisferio -Cuba, Venezuela y Nicaragua- finalmente ha encontrado su contrapeso”, prometió.

Al igual que Bolton, Abrams también ocupó un alto cargo en la administración Bush. Como Consejero Adjunto de Seguridad Nacional del presidente para la Estrategia Global para la Democracia, Abrams trabajó en “la promoción de la democracia y los derechos humanos”. Anteriormente, trabajó para Ronald Reagan, organizando el apoyo militar a los Contras nicaragüenses. Más tarde fue involucrado en el escandalo Irán-Contra, condenado y luego indultado por el presidente Bush.

John Bolton | ARCHIVO | Agence France-Presse
John Bolton | ARCHIVO | Agence France-Presse

¿Nuevo proyecto neoconservador?

El experto del MIT Barry Posen, sospecha que la política de Washington con respecto a Venezuela podría estar pensada como un aviso hacia Teherán. “Ciertamente podría ser el plan de Bolton que una buena manera de enviar un mensaje a Irán es agarrar a los venezolanos, que son más débiles y cercanos, y aplastarlos para hacerles saber a los iraníes que ellos podrían ser los próximos“.

Para O’Rourke, la aparición de Bolton y Abrams como actores clave y la retórica de Bolton han desencadenado un efecto déjà vu. “Sí, absolutamente”, afirma O’Rourke: “Parte de su retorica, hasta la ‘troica de la tiranía’ suena terriblemente similar al ‘eje del mal’. Me sorprende un poco la manera en la que se repiten esos motivos con alusión a países tan diferentes”.