Lyla nació en 2014 en San Antonio, Estados Unidos, con solo 21 semanas de gestación. Era tan pequeña como una lata de bebida o un sobre de carta. Para ser exactos, eso es menos que una libra ó 0.45 kilógramos. La historia fue publicada recientemente por el diario británico Daily Mail.
Le dicen “Niña Milagro”, término bien ganado porque sorteó a la muerte a solo pocos segundos de haber nacido. Su madre creyó en ella contra todos los pronósticos, al punto en que tuvo que rogar a los médicos que asistieron el parto para que la resucitaran.
Su tasa de supervivencia era tan baja que la pediatra de Courtney, la madre de Lyla, sugirió que no se hiciera la maniobra de resucitación.
Cuatro años pasaron desde entonces y en estas fiestas en las que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús, su historia ha tomado fuerza. Las fotografías acompañando el testimonio lo dicen todo.
Su madre cuenta que una noche fue al baño, cuando tenía casi 22 semanas de embarazo. “Algo no se sentía bien, así que me agaché y (la bebé) me agarró el dedo. Por suerte, mi obstetra y ginecólogo estuvo de guardia esa noche, así que me apresuraron a dar a luz y en 10 minutos nació”.
Sin duda, sabían que, pese a su bajo peso y poca gestación, la impetuosa niña quería nacer.
“Tenía 20 semanas y media de embarazo y me desperté con un charco de sangre. Me apresuré a regresar a la sala de emergencias y como tenía más de 20 semanas, me enviaron a la sala de clasificación. Si yo estuviera debajo de las semanas, me habrían admitido en la sala de emergencias y mi hija no estaría viva hoy” recuerda Courtney.
Lyla es ahora una niña sana en apariencia, pero sus problemas de habla dan una idea de los meses que faltaban para que viniera al mundo. Aún así, su estado en general es el de una niña normal. Se desempeña como tal y su alegría es la prueba de eso.
Las complicaciones de los prematuros
Casi uno de cada 10 bebés en los Estados Unidos nace prematuramente, reporta la organización Marche of Dines. 3 semanas antes o nacer antes de la semana 37 ya coloca a un bebé en la categoría de prematuro.
Luego de ese alumbramiento inesperado (a esas alturas del embarazo) se vienen otras complicaciones médicas para el recién nacido.
Marcela F., una centroamericana residente en Concepción, vivió una experiencia similar en San Salvador. Una noche de 2008, se enfrentó a la ruptura prematura de membrana conocida como fuente. Inmediatamente fue hospitalizada. El alumbramiento no llegó en las próximas horas, según comentó a BíoBíoChile, pero tuvo que guardar reposo en la cama de un hospital durante un mes.
El objetivo era madurar los pulmones de su hijo y ayudar a fortalecer su pequeño corazón,sumado a evitar a toda costa infecciones que complicaran el panorama. A los 30 días de su internamiento en una clínica, vino el nacimiento. El niño peso al nacer 1.81 kilográmos -lo normal es sobre 2.5 kilos- pero su ánimo de llegar al mundo lo canso tanto que debió ser conectado de forma breve a un respirador.
Meses después de superado el proceso y recibir el alta, vino un nuevo desafío: “me informaron de un desprendimiento de retina en un 50% por ciento, pero investigué por mi cuenta y visité hasta 3 médicos en busca de más opiniones”, asegura Marcela. Al igual que Lyla, su hijo recibió atención (oftalmológica) que supero el riesgo de una ceguera, tras poco tiempo de permanecer en el vientre de su madre.
Esas historias ahora son compartidas por mujeres que se han visto sorprendidas por una llegada prematura de sus bebés, pero las ganas de vivir y el apoyo familiar, básicamente son una vía paralela e inexplicable, si lo comparamos con el pronóstico científico de acuerdo a cada caso.