Una marcha de supremacistas blancos frente a la Casa Blanca naufragó este domingo en medio de la lluvia luego que asistiera solo un puñado de activistas, ampliamente superado por cientos de contra-manifestantes.

En un esfuerzo por evitar los disturbios y el caos de hace un año en una marcha similar en Charlottesville, Virginia, que terminó con un muerto y 19 heridos, la policía montó un fuerte dispositivo de seguridad para evitar el contacto entre los supremacistas y los contra-manifestantes.

La policía utilizó gas pimienta hacia el final de las manifestaciones contra un grupo de antirracistas vestidos de negro que se trenzaron con la policía a pocas cuadras de la Casa Blanca, aunque la jornada terminó sin mayores incidentes.

En el primer aniversario de aquellos incidentes, la red de extrema derecha Unite the Right (Unir a la derecha) había convocado la nueva concentración en Washington, pero solo una veintena de supremacistas llegó a la capital desde Vienna, Virginia, bajo una fuerte escolta policial.

Un importante dispositivo policial se había desplegado en toda el área, con barricadas y varias calles cerradas a la circulación de vehículos, especialmente para impedir todo contacto entre supremacistas y antirracistas.

Se había prohibido acudir a la marcha con armas de fuego, incluso para aquellos con permiso de porte.

“¡Vergüenza!”

“Unite the Right”, que había organizado la manifestación de Charlottesville del año pasado, había obtenido permiso para reunir a 400 personas en la plaza Lafayette, frente a la residencia presidencial, a partir de la 17:30 locales y durante solo dos horas.

Bautizada “marcha por los derechos civiles de los blancos”, la concentración buscaba denunciar el silenciamiento de voces de extrema derecha en los medios sociales.

Los supremacistas fueron recibidos por los gritos de al menos 300 contra-manifestantes que vociferaban: “¡Vergüenza!” y “¡Váyanse de mi ciudad!”.

Tras marchar hasta la plaza Lafayette, los supremacistas fueron llevados, sobre las 18:00 locales, en camionetas policiales a una estación de metro para su regreso.

La lluvia ayudó al naufragio de la marcha, así como a disminuir la afluencia de contra-manifestantes.

Desde temprano, grupos antirracistas protestaron pacíficamente frente de la Casa Blanca, blandiendo pancartas que decían “No a los nazis, no al KuKlux Klan, y no a un Estados Unidos Fascista”.

Algunos “dicen que la mejor estrategia es ignorar a los supremacistas blancos, que no les damos demasiada atención. Pero nosotros realmente creemos que sería un enorme error dejar que los fascistas pisen fuerte el suelo de la capital del país, sin oposición”, dijo a la AFP Kei Pritsker, de 22 años, e integrante de Answer Coalition, un grupo antirracista.

Al final de la jornada, solo quedaba un pequeño grupo de seis supremacistas, blanco de los gritos de los antirracistas, y separados unos de otros por varios policías.

Evitar repetir el pasado

En un mensaje en su sitio web, “Unite the Right” había advertido a sus partidarios que “ciertamente habrá provocadores que intenten conseguir una reacción de su parte” pero les aconsejó: “No respondan con ira”.

Entre los supremacistas que llegaron a Washington estaba el organizador del evento, Jason Kessler, también responsable de la reunión de Charlottesville del año pasado.

Kessler había pedido permiso para marchar de nuevo en esa pequeña ciudad de Virginia, pero las autoridades locales se lo negaron, pues al parecer no querían revivir los incidentes del 12 de agosto de 2017.

Esa concentración había sido convocada para protestar contra un proyecto de la alcaldía de retirar una estatua del general confederado Robert E. Lee.

Al culminar la marcha se desencadenaron choques entre los supremacistas blancos y contra-manifestantes, que fueron embestidos por un simpatizante neonazi causando la muerte de una mujer y 19 heridos.

“No son bienvenidos”

En una entrevista con la radio pública NPR difundida el viernes, Kessler tomó públicamente distancia del movimiento neonazi.

“No quiero a ningún neonazi en el mitín”, dijo. “No son bienvenidos”.

Los organizadores pidieron llevar solo banderas de Estados Unidos y de los Estados Confederados, pero evitar emblemas neonazis.

El presidente Donald Trump expresó el sábado su condena a todo tipo de racismo. Recordemos que ya había sido criticado el año pasado por no haber condenado claramente a los supremacistas tras los incidentes que dejaron en evidencia el avance de la extrema derecha blanca en Estados Unidos.

“Debemos estar unidos como nación. Condeno todo tipo de racismo y acto de violencia. Paz para TODOS los estadounidenses”, añadió en su mensaje previo a la manifestación de este domingo.

Jim, un hombre negro que estaba contra la protesta y que no quiso dar su nombre completo, dijo que siente que Estados Unidos es más racista bajo el gobierno de Trump. Antes “era sutil, ahora no es sutil, es en tu cara, es como la Alemania Nazi”, añadió.