El principal tema en la agenda del presidente estadounidense Donald Trump para su encuentro con el líder norcoreano Kim Jong Un es sin duda el más espinoso: la desnuclearización de Corea del Norte.

Pyongyang desarrolló durante décadas un programa para lograr el arma nuclear y los misiles balísticos necesarios para atacar el territorio estadounidense, que le acarreó múltiples rondas de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea.

Las tensiones entre Washington y el régimen norcoreano se agravaron el año pasado, dando lugar a un intercambio de amenazas de guerra e insultos personales entre Trump y Kim.

Ahora, tras un rápido acercamiento diplomático, los dos dirigentes se disponen a celebrar un encuentro en Singapur, el 12 de junio. Pero, a pesar de las imágenes positivas de los últimos meses, la brecha que deberán superar ambos líderes parece inmensa.

“Me parece muy complicado que Kim abandone la única cosa que lo hace importante, esto es, las armas nucleares”, dijo el antiguo subsecretario de Estado estadounidense Richard Armitage a la prensa en Tokio. “La distancia entre el punto en el que nos encontramos ahora y el que debemos alcanzar se mide en años”, añadió.

Washington pide a Corea del Norte que abandone sus armas nucleares de manera completa, verificable e irreversible.

Pyongyang se ha comprometido varias veces a desnuclearizar la península coreana, pero esas declaraciones son un eufemismo diplomático abierto a interpretaciones diversas y el régimen norcoreano no ha dado ninguna indicación pública de las concesiones que está dispuesto a hacer.

En lugar de ello, Kim ha pedido que Washington y Seúl “pongan fin a las amenazas contra la seguridad” de Corea del Norte y den pasos acordes con sus propios movimientos, durante una conversación con el presidente chino Xi Jinping, según los medios estatales chinos.

Estas declaraciones son una clara indicación de que Kim intentará lograr concesiones por parte de Estados Unidos.

Las primeras señales parecían indicar que Washington esperaba una renuncia total de Corea del Norte a su arsenal nuclear.

Pero las declaraciones del consejero de seguridad nacional estadounidense, John Bolton, sobre un posible “modelo libio” para Corea del Norte enfurecieron a Pyongyang, dado que el líder de Libia, Muamar Gadafi, fue derrocado y ejecutado por una rebelión respaldada por la OTAN tras abandonar su programa nuclear.

En los últimos días, Trump rebajó las expectativas respecto a la cumbre de Singapur y aseguró que esta podría ser la primera de varias.

“Creo que no es un acuerdo de un solo encuentro”, dijo Trump el jueves e insistió en que si Corea del Norte “no se desnucleariza, no será aceptable”.

El arsenal norcoreano

Corea del Norte, un país pobre, dedicó importantes recursos a sus programas armamentísticos, logrando rápidos avances bajo el reinado de Kim.

El año pasado, llevó a cabo su prueba nuclear más potente hasta la fecha: afirmó haber probado una bomba H y lanzó misiles balísticos intercontinentales (ICBM) capaces de alcanzar el territorio estadounidense.

Además de su arsenal nuclear, se cree que el país posee entre 2.500 y 5.000 toneladas de armas químicas que produjo desde los años 1980, según las fuerzas armadas surcoreanas.

Pero subsisten interrogantes sobre la capacidad del régimen norcoreano en lo referente a la identificación de blancos, la miniaturización de cabezas nucleares o el reingreso en la atmósfera de los misiles, tres asuntos que Corea del Norte asegura controlar.

Las estimaciones sobre la capacidad nuclear norcoreana varía según las fuentes.

Seúl calcula que las reservas de plutonio norcoreanas ascienden a más de 50 kilos, lo suficiente para producir cerca de 10 armas nucleares y asegura que Pyongyang tiene también “una cantidad significativa” de uranio altamente enriquecido.

“Para la administración Trump, es probable que la esencia de las conversaciones se reduzca a los ICBM y las cabezas nucleares”, afirma Hong Min, analista del Instituto Coreano para la Unificación Nacional.

Siegfried Hecker, un experto estadounidense en el ámbito nuclear, cree que una desnuclearización inmediata de Corea del Norte es “inimaginable” y “equivalente a una supuesta rendición norcoreana”, y propone una hoja de ruta de 10 años para “detener, reducir y eliminar” sus programas armamentísticos.

Pero en Seúl crecen las dudas sobre el hecho de que Trump esté dispuesto a aceptar que Pyongyang abandone sus ICBM y congele su programa de armas atómicas en sus niveles actuales a cambio de que Washington reconozca a Corea del Norte como potencia nuclear.

Esto eliminaría la amenaza sobre el territorio estadounidense, pero dejaría a dos aliados estadounidenses, Corea del Sur y Japón, al alcance de los misiles norcoreanos.

El líder de la principal formación opositora surcoreana, el Partido Libertad de Corea, pidió el jueves a Trump que no acepte “cualquier acuerdo” que garantice solamente la seguridad de Estados Unidos.