Varias personas se ofrecieron a adoptar a los 13 niños y jóvenes que supuestamente fueron torturados por sus padres, a quienes se les prohibió contactarlos por orden de una corte de California.

“Ha habido ofertas de adopción”, dijo a la Agence France-Presse Kimberly Trone, portavoz de los servicios sociales del condado de Riverside, donde se desarrolla el caso contra David y Louise Turpin, de 57 y 49 años respectivamente.

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“Solo puedo hablar sobre esas ofertas que hemos recibido y muchas de ellas incluyen acoger a las 13 víctimas, tomando en cuenta por supuesto que todavía hay mucho a ser decidido y esas decisiones se tomarán en la corte”, señaló Trone, que dijo no estar autorizada para comentar el paradero de los niños o su estado de salud.

Los Turpin fueron imputados con cargos de tortura, confinamiento y abuso infantil, y el padre también fue acusado de actos lascivos contra una de sus hijas de 14 años. Ambos se declararon no culpables de todos los cargos.

Todos las acusaciones conllevan a una pena de entre 94 años de prisión y cadena perpetua.

La jueza Emma Smith firmó este miércoles una orden, con vigencia hasta 2021, para que la pareja no pueda tener ningún tipo de contacto con sus hijos, solo a través de su abogado.

Los Turpin fueron arrestados el domingo 14 de enero en su residencia en la pequeña localidad de Perris, situada al sureste de Los Ángeles, después de que los oficiales constataran las terribles condiciones en las que mantenían a sus 13 hijos biológicos, de entre 2 y 29 años.

La denuncia la hizo una de sus hijas, de 17 años, que llamó al servicio de emergencia, tras lo cual la policía encontró a tres niños esposados, con cadenas y candados, una práctica repetida en una casa sucia y maloliente.

Según la fiscalía, todos los niños fueron sometidos a un “abuso prolongado”, que incluía palizas y estrangulamiento como forma de castigo, además de no permitirles más de un baño al año.

Flores, globos de corazones, animales de peluche y notas de apoyo fueron colocadas en las afueras de esta “casa del horror”.

“Espero que Dios los ayude”, dijo Leslie, una mujer de 38 años, que no quiso dar su apellido y que vive en una comunidad vecina, donde asegura tampoco conoce bien a sus vecinos.