Donald Trump estuvo este lunes en el centro militar neurálgico de la lucha contra el grupo Estado Islámico (EI), que estará encargado de llevar a la práctica su nueva estrategia para derrotar a los yihadistas.

Treinta días: es el plazo que puso Donald Trump a sus responsables militares a fines de enero para que le presenten un plan “para derrotar” al EI.

Fue con ese plazo en curso y su promesa de acelerar la campaña contra los yihadistas que Donald Trump estuvo en la base MacDill, en Tampa, Florida, sede del comando militar estadounidense para Medio Oriente (Centcom) y cuartel general de las fuerzas especiales estadounidenses.

El Centcom dirigió 17.861 bombardeos en Siria e Irak desde setiembre de 2014, cuando comenzaron los ataques de la coalición internacional contra el grupo EI.

Promesa central de su campaña electoral, el republicano puso la lucha contra “el terrorismo islamista radical” en el centro de sus primeras decisiones en la Casa Blanca.

El EI, que controla parte de los territorios de Siria e Irak, también es responsable de numerosos atentados que han ensangrentado Africa, Europa, el Sudeste asiático y Medio Oriente.

En Estados Unidos la organización yihadista reivindicó el peor atentado cometido en suelo norteamericano desde el 11 de setiembre de 2001, con 49 personas muertas en un club gay de Orlando, en Florida, en junio de 2016. Y el EI había saludado el ataque de San Bernardino, California, que en diciembre de 2015 dejó 14 muertos.

Durante la campaña Donald Trump había atribuido esos atentados a la apertura de las fronteras, y tras los atentados de París prometió incluso prohibir el ingreso de musulmanes a Estados Unidos.

Cruce de caminos

Apenas llegado al poder, finalmente el 27 de enero firmó un decreto que prohíbe temporalmente el ingreso a Estados Unidos de refugiados y ciudadanos de siete países mayoritariamente musulmanes (Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen).

Una decisión radical, y polémica, que suscitó un rechazo mundial y que el lunes fue suspendida por la justicia estadounidense.

Furioso, Trump dijo que la culpa de un eventual atentado sería únicamente del juez federal que dispuso el bloqueo del decreto.

A pesar del respaldo original, dos nuevos sondeos mostraron que la mayoría de los estadounidenses se opone al decreto, resultados que Trump definió como mentiras de los medios.

Todos los sondeos negativos son noticias falsas, iguales que las encuestas electorales de CNN, ABC, NBC“, dijo el presidente en Twitter. “Lo lamento, la gente quiere seguridad en las fronteras e investigaciones rigurosas”.

En campaña también había prometido bombardear las instalaciones petroleras en Irak y Siria para privar al grupo yihadista de una jugosa fuente de ingresos.

A pesar de que las líneas precisas la estrategia de Trump para derrotar al EI siguen sin definirse, ya ordenó a su secretario de Defensa, James Mattis, que “identifique nuevos aliados para la coalición”. Una consigna que se percibe como una señal hacia Rusia.

Moscú indicó por lo demás que Trump y Vladimir Putin querían “una real coordinación contra el EI en Siria”, tras una conversación telefónica entre los dos presidentes.

Washington tiene actualmente desplegados algo más de 5.000 militares en Irak junto a tropas locales y cerca de 500 soldados de las fuerzas especiales en Siria, para respaldar esencialmente a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una coalición kurdo-árabe.

Se supone que los soldados norteamericanos solo asesoran a sus pares iraquíes y las fuerzas especiales en Siria respaldan a las FDS para recuperar Raqa, en poder del EI.

La estrategia estadounidense se encuentra ahora sin embargo en un cruce de caminos. Donald Trump, en efecto, habría decidido abandonar el objetivo, fijado por su predecesor Barack Obama, de recuperar Raqa, según medios estadounidenses. Tendría, pues, que elegir rápidamente una estrategia alternativa.