La Marcha de las Mujeres, convocada este sábado en númerosas calles estadounidenses, sumó más de dos millones de personas. El motivo fue desafiar al presidente Donald Trump en su primer día completo en la Casa Blanca: aunque el republicano obtuvo el 42% del voto femenino, muchos temen que restrinja los derechos de las mujeres a acceder a métodos anticonceptivos y al aborto.

En Washington, dónde se celebró la mayor manifestación, un mar de gente, se concentró cerca del Congreso para escuchar feroces llamados a resistir y a luchar en defensa de los derechos de las mujeres y de todas las minorías.

Los organizadores estimaron la multitud en más de un millón de personas, cuatro veces lo esperado. “La marcha es una demostración de nuestra solidaridad” y un llamado a Trump para que respete “a todas las personas, de todos los credos y colores“, dijo Lisa Gottschalk, una científica de 55 años que viajó desde Pensilvania.

En Los Angeles, la marcha convocó a más de medio millón, según el portavoz de la Policía, Andrew Neiman. “Fue un hermoso mar de humanidad. Fue fantástico”. Los organizadores estimaron la multitud en 750.000 personas.

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Los organizadores de la protesta en Nueva York, por su parte, calcularon también cerca de medio millón de manifestantes en Manhattan.

El diario Chicago Tribune estimó que unos 150.000 manifestantes salieron a las calles en su ciudad, pero la cifra no fue confirmada por la Policía. En Boston, el despacho del alcalde estimó que la protesta convocó a entre 135.000 y 150.000 personas.

Grandes protestas también tuvieron lugar en Dallas, Denver, Miami, Seattle, Filadelfia y San Francisco, entre otras ciudades del país.

Los organizadores dijeron que unos 2,5 millones de personas se registraron como participantes en más de 600 marchas de mujeres en el extranjero, de Londres a Sydney o París, pasando por Buenos Aires.

Esta es la cara de la democracia


“¡Esta es la cara de la democracia!”
, cantaba la multitud, con el recuerdo aún fresco de las acusaciones de acoso sexual contra de Trump y su trato denigratorio a las mujeres. En Washington, miles de manifestantes vistieron gorros de lana rosa con dos orejas de gato, tejidos a mano, que se convirtieron en símbolo contra el nuevo Gobierno.

Es un juego de palabras: en inglés fueron bautizados “pussy hats”, ya que “pussycat” es gatito y “pussy” es vagina, con un tono peyorativo. La palabra recuerda directamente a un audio de 2005 en el cual Trump aseguró que podía agarrar a las mujeres “por la vagina”.

La demócrata Hillary Clinton agradeció a los manifestantes su movilización, desde su cuenta de Twitter.