El 20 de enero de 2009, hace exactamente 8 años, Barack Obama asumió como el cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos, tras ganar las elecciones presidenciales de 2008 bajo el lema “Yes, we can (Sí, se puede)” con el que logró cautivar el sufragio de miles de votantes jóvenes y renovar la imagen de la Casa Blanca, desgastada tras el periodo de George W. Bush.

Obama arribó a Washington con un discurso bastante renovador, prometiendo la salida de las tropas norteamericanas de Irak, un plan de salud que aumentaría la cobertura a miles de estadounidenses, una reforma migratoria, modernización de la economía y en definitiva, una renovación de la imagen de Estados Unidos en el mundo.

El demócrata logró cumplir su plan a medidas y debió enfrentar un Congreso y Senado con mayoría republicana. Oposición que se fue acrecentando con las elecciones legislativas posteriores, donde el partido Demócrata perdió escaños de forma consecutiva.

Pero hay decisiones en el gobierno de Obama que escapan de su falta de poder y coordinación con el el poder legislativo, como fue gran parte de su política internacional y la migratoria, donde deja un llamativo récord.

Inmigrantes

Pese a que a la campaña de su sucesor Donald Trump llamó la atención por sus anuncios en contra de los inmigrantes ilegales (ha llegado a decir que deportará a dos o tres millones de indocumentados), ha sido en realidad la administración Obama la más dura con los extranjeros sin permiso de residencia.

Entre 2009 a 2015, se estima que en torno a 2,5 millones de personas fueron expulsadas de Estados Unidos, según datos oficiales.

Un reportaje del The New York Times, la administración Obama usó huellas dactilares que se obtienen en controles policiales y en un cruce de datos entre distintas jefaturas de policías y la Oficina de Inmigración y Aduanas, se logró hallar a personas sin documentos y que habían cometido delitos.

Esta masiva deportación de ilegales, que convierte a Obama en el mandatario estadounidense que más inmigrantes ha expulsado durante su gobierno, se suma a la incapacidad de ejecutar una reforma migratoria. Una de sus principales promesas de campaña en 2008.

El último legado de Obama también será el fin de la política “pies secos, pies mojados” que permitía a cualquier cubano obtener un permiso se residencia sin importar la forma en que hayan arribado a Estados Unidos.

Una decisión que viene a normalizar aún más las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, cuyo acercamiento puede ser el principal legado de Obama con América Latina.

Relaciones con América Latina

Obama terminó con más de 50 años de relaciones congeladas entre Cuba y Estados Unidos, incluso ambos países reabrieron sus embajadas y en marzo pasado, el exsenador de Illinois realizó una visita histórica a la isla.

La única deuda de Obama y su intención de normalizar relaciones con Cuba fue terminar con el embargo económico que afecta al país centroamericano, medida que no fue finalizada por la oposición del partido Republicano, que ocupó su mayoría en el Senado para evitar dar por acabada esta política.

“¿Quieren ustedes consolidar nuestro liderazgo y credibilidad en el hemisferio? Entonces reconozcamos que la Guerra Fría se terminó. Levanten el embargo a Cuba”, dijo Obama a principios de 2016, antes de fracasar en su segundo intento de que el Congreso terminara el embargo.

Otro punto difícil para la administración Obama fue Venezuela, país que desde la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999 ha tenido una relación tensa con Estados Unidos, que incluyó en 2008 el quiebre de las relaciones diplomáticas por un periodo de 10 meses.

En 2010, ambos países intentaron un acercamiento y Obama designó al diplomático Larry Palmer para que ocupara la embajada de Estados Unidos en Venezuela, pero Chávez lo rechazó.

Palmer dijo ante el Senado que las fuerzas armadas de Venezuela tenían una “baja moral” y que había una importante intromisión de Cuba, despertando la ira de Chávez. Finalmente ambos países rompieron relaciones diplomáticas tras este episodios, consigna Univisión.

Medio Oriente

Quizás el punto más gris de la administración Obama fue lo referente a Medio Oriente y las consecuencias de la denominada “primavera árabe”. El primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos llegó con la promesa de que retiraría a las tropas de Irak y después de Afganistán.

Igualmente, Obama tuvo un gran logro, el cual fue la captura y posterior ejecución de Osama bin Laden, sindicado como el autor de los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.

Pero tal como detalla un artículo del New York Times, Obama “será el único presidente en la historia de Estados Unidos en ejercer su mandato de ocho años con el país en guerra”.

Pese a que en en octubre de 2011 anunció el retiro del último soldado estadounidense de Irak, la irrupción del Estado Islámico y la situación en Afganistán, junto a las guerras civiles generadas tras la “primavera árabe”, han derivado en que la presencia militar norteamericana continúe en la zona, aunque de forma diferente, pues en Siria -por ejemplo- los ataques han sido con drones y a través de la entrega de armas a grupos rebeldes.

Al término de su mandato, Obama mantendrá conflictos con Afganistán, Irak y -en menor medida- con Siria (donde en estos momentos se registra una tregua), pero además se han realizado ataques explosivos contra grupos terroristas en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen.

Obama eso sí tiene algo de que enorgullecerse y es que al término del gobierno de George W. Bush habían más de 200 mil soldados estadounidenses en combate, pero al finalizar el periodo del primer presidente afroamericano las tropas norteamericanas en Medio Oriente sólo serán 15 mil unidades.