Los más feroces anti-Trump sueñan con una revuelta de último minuto, pero el colegio electoral, singularidad estadounidense, debería designar este lunes y casi sin ninguna duda al magnate inmobiliario como el 45° presidente de Estados Unidos.

Los críticos de este sistema electoral juzgan que va en contra del principio “un hombre, una voz”, que su efecto perverso es impulsar a los candidatos presidenciales a solo hacer campaña en un número limitado de estados, dejando de lado a grandes porciones del país.

Pese a las críticas, este sistema de elección indirecta, que data de la Constitución de 1787, nunca fue modificado.

Cuando acudieron a las urnas el 8 de noviembre, los estadounidenses no eligieron al próximo inquilino de la Casa Blanca, sino a los 538 grandes electores que integran el colegio electoral, los encargados de votar al presidente.

Donald Trump logró una mayoría de 306 grandes electores, si bien su rival demócrata Hillary Clinton recibió más votos en las urnas.

Ocurre que cada estado cuenta con un número determinado de grandes electores, y el candidato que obtiene una mayoría de votos en un estado, se queda con todos ellos.

La situación no es nueva: ya había sucedido en 2000 cuando George W. Bush le ganó a Al Gore.

Este lunes, estos grandes electores se reúnen en cada uno de los 50 estados del país para designar al presidente y a su vice.

“Electores infieles”

Es rarísimo que los grandes electores no sigan los resultados del comicio. Y, en los pocos casos registrados, ello no fue suficiente para modificar el nombre del futuro ocupante de la Despacho Oval.

Parte del clan demócrata, que ve en la presidencia Trump un riesgo para la democracia, se aferra a la esperanza de que varios republicanos se desliguen del populista. En ese caso, sería la Cámara de Representantes la responsable de designar al sucesor de Barack Obama.

Una petición recogió cerca de cinco millones de firmas y algunas estrellas de Hollywood, como Martin Sheen -que personifica al presidente Bartlet en la serie “The West Wing”- difundieron esta semana un video en el que llaman a la movilización.

“Tienen el poder y la oportunidad de convertirse en héroes estadounidenses que aparecerán en los libros como aquellos que cambiaron la historia”, dicen en el mensaje filmado dirigido a los grandes electores, ilustres desconocidos que de repente son observados de cerca por todos.

Pero la iniciativa tiene pocas chances de prosperar. Nada indica que haya 37 “electores infieles” del Grand Old Party (GOP, como se denomina al partido Republicano) listos para abandonar a Trump.

Al día de hoy, sólo uno de ellos, Christopher Suprun (Texas), anunció públicamente que acataría el llamado a la rebeldía.

El futuro secretario general de la Casa Blanca, Reince Priebus, fustigó este domingo a las organizaciones “que hacen todo lo que pueden para desacreditar el resultado de la elección”.

“Estamos convencidos de que todo sucederá sin choques”, afirmó en la cadena Fox News.

El resultado final podría no conocerse el mismo lunes, ya que los estados disponen de varios días para comunicar sus números.

El Congreso anunciará de todas formas el nombre del presidente electo el 6 de enero tras el recuento oficial de los votos.

El mandatario saliente Barack Obama estimó el viernes que el sistema electoral indirecto era “un vestigio del pasado, la herencia de una visión vieja del funcionamiento de nuestro gobierno federal”.

Donald Trump, en cambio, cambió radicalmente de opinión sobre este tema en cuatro años.

“El colegio electoral es un desastre para la democracia”, tuiteaba en noviembre de 2012.

“El colegio electoral es algo genial, permite que todos los estados, incluso los más pequeños, jueguen un papel”, escribió días después de su sorpresiva victoria del 8 de noviembre.