Decenas de miles de personas empezaron a desfilar el domingo en Hong Kong en una nueva manifestación que se pretende “pacífica” para demostrar que el movimiento prodemocracia mantiene su popularidad pese a la creciente violencia y las amenazas de intervención de Pekín.

Para atajar las acusaciones de “terrorismo” del Gobierno central chino, el Frente Civil de Derechos Humanos (FCDH) -organización no violenta responsable de las concentraciones de junio y julio en las que participaron cientos de miles de personas- hizo un llamado a una protesta “racional y no violenta”.

Bajo una lluvia intensa, decenas de miles de personas se congregaron en el parque Victoria, en el corazón de la isla.

Numerosos manifestantes comenzaron entonces a caminar en dirección al barrio de Admiralty, más al oeste, desafiando la prohibición policial de llevar la protesta fuera del parque.

‘La policía deja heridos’

La consigna era, una vez más, denunciar la violencia policial.

“La manera en que la policía ha gestionado todo está totalmente fuera de lugar”, señaló un manifestante, James Leung, a la AFP.

Otros reconocían un aumento de la violencia entre los contestatarios, que en su versión más radical no dudan en lanzar piedras y cócteles molotov.

“Algunos tienen una forma extrema de expresar sus puntos de vista”, admitía Ray Cheng, de 30 años.

“Yo estoy en contra de la violencia”, explicaba por su parte la señora Wong, de 54 años. “Pero incluso los radicales lo único que hacen es romper cristales, no hacen daño a nadie, mientras que la policía deja heridos”, denunció.

Radicalización

Se trata de la peor crisis política en la excolonia británica desde su retrocesión a China en 1997. Pekín ha elevado el tono, calificando las acciones más violentas de los manifestantes de “casi terroristas”.

Nacida en junio para rechazar un controvertido proyecto de ley que autorizaba las extradiciones hacia China, la movilización amplió desde entonces sus reivindicaciones para pedir por ejemplo un verdadero sufragio universal, en medio del temor a una creciente intromisión de China.

Diez semanas después de la primera manifestación, el movimiento no ha obtenido prácticamente nada del ejecutivo hongkonés pro-Pekín.

Esta ausencia de avances ha empujado al movimiento hacia acciones más contundentes, como el bloqueo del aeropuerto internacional la semana pasada, cuando centenares de vuelos debieron ser anulados.

La propaganda china ha tomado recurrentemente imágenes de violencia con la intención de desacreditar la contestación. Los medios chinos también han difundido imágenes de soldados chinos y de transporte de blindados al otro lado de la frontera, en Shenzhen.

La manifestación de este domingo se presenta como una prueba de la determinación de activistas prodemocracia y de la popularidad de su movimiento.

“No abandonaremos”

“Esperamos un número enorme de participantes (…) Queremos mostrar al mundo entero que los hongkoneses somos pacíficos”, declaró Bonnie Leung, portavoz del FCDH.

“Si la táctica de Pekín y Hong Kong es dejar morir nuestro movimiento poco a poco se equivocan. No abandonaremos”.

Las autoridades justifican su decisión en los actos de violencia cada vez más recurrentes, por ejemplo contra las comisarías. El movimiento de protesta no cede, a pesar de la detención de más de 700 personas en más de dos meses de manifestaciones.

El sábado, las manifestaciones habían comenzado con una marcha de miles de profesores para apoyar el movimiento prodemocracia, en gran parte impulsado por jóvenes militantes. Por la tarde, una multitud aún mayor se dio cita para marchar a Hung Hom y To Kwa Wan, dos barrios portuarios populares frecuentados por turistas chinos del continente.

Hacia la misma hora, miles de partidarios del Gobierno se reunieron en un parque para denunciar al movimiento y apoyar a la policía.