Gracias a sofisticados ataques informáticos, el régimen norcoreano ha recaudado hasta 2.000 millones de dólares para financiar su programa de armamento, según un informe de la ONU.

El informe señala que Corea del Norte “ha utilizado el ciberespacio para lanzar ataques cada vez más sofisticados con el fin de robar fondos de instituciones financieras e intercambios de criptomonedas para generar ingresos”.
El país también ha utilizado el ciberespacio para blanquear dinero robado, según los expertos.

Su investigación les llevó a la conclusión de que los ciberagentes norcoreanos, que trabajan principalmente bajo la dirección de la Oficina General de Reconocimiento, una de las principales agencias de inteligencia del país, recaudaron así unos 2.000 millones de dólares en fondos para los programas de armas de destrucción masiva de Pyongyang.

En su informe, los investigadores identificaron “al menos 35 casos señalados de funcionarios de la República Popular Democrática de Corea que atacaron instituciones financieras, intercambios de criptomonedas y actividades mineras destinadas a obtener divisas” en 17 países.

Las criptomonedas, ideales para eludir el embargo

El hecho de centrarse en los intercambios de criptomonedas es revelador. Esto permitió a Pyongyang “generar ingresos que son más difíciles de localizar” y evitar la “vigilancia y reglamentación de parte de los gobiernos”, analizan los expertos independientes de la ONU.

Nicolas Arpagian, autor del libro La cybersécurité (la ciberseguridad), confirma a Radio Francia Internacional que “las criptomonedas, que tienen el mérito de ser esencialmente anónimas, son una fuente de ingresos para Estados sujetos a embargos, lo que implica la privación de divisas extranjeras, la limitación en la capacidad de firmar contratos con empresas internacionales y en la capacidad de pagar en divisas reconocidas internacionalmente”.

Por lo tanto, no es sorprendente que el pirateo de criptomonedas sea parte “de las herramientas de las que dispone Corea del Norte para eludir o limitar los efectos del embargo”. Tampoco es la primera vez que se sospecha que Pyongyang “tiene acceso a este tipo de tecnología”.

Según Arpagian, “no necesariamente involucra a mucha gente, pero supone una estrategia y conocimientos. Una estrategia es una voluntad deliberada de centrarse en este tipo de infraestructuras, y de contar con el personal competente, con formación y aprendizaje”. Una estrategia que busca generar beneficios, y en la que el Estado puede trabajar a largo plazo de manera a aumentar sus aptitudes, concluye el experto.