Tras el fiasco de su cumbre con Donald Trump sobre la cuestión nuclear, el líder norcoreano, Kim Jong Un, busca el apoyo de un aliado histórico al reunirse por primera vez con el presidente ruso, Vladimir Putin, este jueves en Vladivostok, en el Extremo Oriente ruso.

A pesar de sus repetidas invitaciones a Kim, Rusia se mantuvo hasta ahora marginada de la espectacular distensión observada en la península de Corea desde principios de 2018.

Pero dos meses después del rotundo fracaso de su segundo encuentro con el presidente estadounidense, Donald Trump, en Hanói, el dirigente norcoreano busca apoyos en su pulso con Washington.

También persigue un cierto reequilibrio de sus relaciones entre China, su aliado más cercano, y Moscú, su aliado tradicional de la Guerra Fría.

Putin aterrizó este jueves en Vladivostok, donde Kim Jong Un había llegado la víspera a bordo de su tren blindado color verde oliva. Su encuentro se celebrará en la isla de Russki, donde se instalaron banderas rusas y norcoreanas y se desplegó un importante dispositivo de seguridad.

No se prevé que haya un comunicado ni se firmen acuerdos en la cumbre, la primera a este nivel entre los dos países desde el encuentro en 2011 entre Kim Jong Il y el expresidente y actual primer ministro Dmitri Medvedev.

El padre del actual líder norcoreano afirmó en aquella ocasión que estaba dispuesto a renunciar a los ensayos nucleares. Pero Kim Jong Un presidió cuatro ensayos nucleares y el lanzamiento de misiles intercontinentales capaces de alcanzar el territorio continental estadounidense.

“Espero que esta visita sea exitosa y útil”, declaró el dirigente norcoreano a la televisión rusa durante una parada de su tren tras cruzar la frontera rusa. Kim explicó también que quería hablar con Putin de “la manera concreta de resolver la situación en la península coreana”.