El líder norcoreano Kim Jong Un y Donald Trump están en Singapur para reunirse en una cumbre sin precedentes, con el arsenal nuclear de Pyongyang en el centro de la agenda de la cita, que el presidente estadounidense dijo que es una única oportunidad para la paz.

“Creo que todo va a andar bien”, declaró Trump en un almuerzo con el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong.

“¡Es genial estar en Singapur, el entusiasmo está en el aire”,
dijo en un tuít matinal el presidente estadounidense, que desde el domingo, está por primera vez en la misma ciudad que el dirigente norcoreano.

El encuentro entre Trump y Kim está previsto el martes en un lujoso hotel de la ciudad Estado.

La víspera de la reunión, el equipo diplomático de Trump se abocó a dar una imagen alentadora de las negociaciones, sin que la parte norcoreana expresara la menor palabra de los contactos.

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, personaje central en este acercamiento y que se reunió dos veces con Kim Jong Un, aseguró que las discusiones avanzaron “rápidamente” en las últimas horas.

“Soy muy optimista en cuanto a las posibilidades de éxito”
, dijo en una conferencia de prensa.

Sin dar muchos detalles destacó únicamente que Estados Unidos está dispuesto a aportar a Corea del Norte “garantías de seguridad únicas, diferentes” de las propuestas hasta ahora, a cambio de una desnuclearización “completa, comprobable e irreversible”.

La cumbre, que ofrece una visibilidad internacional al líder de un régimen aislacionista y cuyos desplazamientos al extranjero son contados, ya se interpreta como una concesión mayor de parte de Estados Unidos.

“Hace 25 años que Corea del Norte intenta lograr un encuentro con un presidente estadounidense en ejercicio”, explicó a la AFP Boris Toucas, investigador invitado del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.

‘Comprometidos con una desnuclearización’

El arsenal nuclear de Pyongyang, que le ha valido varias tandas de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU y amenazas de acciones militares del gobierno de Trump, será el eje central de la reunión.

El presidente surcoreano, Moon Jae-in, expresó su confianza en el encuentro del martes, aunque pidió paciencia.

“Aunque el diálogo comience bien, se necesitará probablemente un diálogo de largo plazo, que puede tomar un año, dos, o incluso más para resolver todos los temas que hay sobre la mesa”, entre ellos la desnuclearización, subrayó.

En un despacho sobre el viaje del líder norcoreano, la agencia norcoreana KCNA evocó la llegada de una “nueva era”, confirmando que en la agenda de la cita está la desnuclearización pero también “un mecanismo para que haya una paz permanente y duradera en la península coreana”.

Un alto responsable estadounidense vio en esta forma de presentar el viaje “un mensaje de optimismo”.

Los fracasos de 1994 y de 2005

Pero las exigencias de Estados Unidos han topado durante años con la oposición de Corea del Norte.

En 1994 y después en 2005, se concluyeron acuerdos pero ninguno de estos compromisos llegó a ser aplicado, y desde 2006 Corea del Norte multiplicó sus pruebas nucleares y lanzamientos de misiles balísticos, hasta cruzar un peligroso punto de inflexión el año pasado.

En esta nueva dinámica, todos los protagonistas son nuevos, incluyendo al presidente surcoreano Moon Jae-in, que está muy comprometido con un acercamiento con el Norte.

Pero los ingredientes de un eventual acuerdo son, en varios sentidos, los mismos que en el pasado: una desnuclearización progresiva a cambio de ayuda económica, garantías de seguridad para el aislado régimen y un tratado de paz que ponga un final formal a la Guerra de Corea de 1950-1953).

“Trump ofreció simplemente estos encuentros a los norcoreanos sin obtener ningún avance
“, deploró el experto Jeffrey Lewis en la revista Foreign Policy.

“Parece evidente desde el inicio que Corea del Norte no tiene la intención de abandonar su arsenal nuclear”, indicó.