Con portaaviones en el Pacífico y un flamante avión de combate, el ejército chino saca músculo a menos de un mes de la investidura del estadounidense Donald Trump, que reavivó las tensiones con Pekín en las últimas semanas.

La prensa oficial china anunció en el espacio de unos días que el único portaaviones del país, el “Liaoning”, se dirigiría por primera vez al Pacífico, y que un nuevo caza, el FC-31, había realizado su primer ensayo de vuelo.

Esas demostraciones de fuerza se producen en un contexto de tensiones con el próximo inquilino de la Casa Blanca, que criticó varias veces al Gobierno chino desde su elección como presidente de Estados Unidos en noviembre.

Trump acabó con una política de cuatro décadas al conversar por teléfono con la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, a pesar de que China prohíbe cualquier contacto oficial entre sus socios extranjeros y los dirigentes de esta isla, cuya soberanía reivindica.

El multimillonario echó leña al fuego al mencionar un posible acercamiento entre Estados Unidos y Taiwán, a pesar de que Pekín nunca renunció a la posibilidad de recurrir a la fuerza para restablecer su soberanía sobre la isla, separada políticamente del resto de China desde 1949, tras la victoria de los comunistas en la guerra civil.

En ese contexto, los ejercicios realizados por el “Liaoning”, un portaaviones que Pekín compró a Rusia, no pasan desapercibido, máxime cuando es la primera vez que se dirige al Pacífico desde su entrada en servicio en 2012.

Según el ministerio taiwanés de Defensa, el portaaviones y su escolta se encuentran en el mar de China meridional tras haber navegado por el sur de Japón.

Antes de esas maniobras, el “Liaoning” realizó ejercicios “de abastecimiento y de combate aéreo”, según la agencia Xinhua.

A mediados de diciembre, la marina china anunció que el portaaviones había realizado sus primeros ejercicios con fuego real con el lanzamiento de una decena de misiles.

‘Herramienta de poder’

Pekín asegura que esos ejercicios son rutinarios y que estaban previstos desde hace tiempo, pero la prensa local celebra que el “Liaoning” esté listo para el combate y que China esté construyendo otro portaaviones.

“Los portaaviones son herramientas estratégicas que sirven para mostrar el poder de China al resto del mundo”, escribe el diario nacionalista Global Times, que sueña con el día en que un portaaviones chino navegue frente a las costas estadounidenses.

“Si la flota puede navegar en zonas donde Estados Unidos tiene intereses vitales, esto cambiará la situación en la que Estados Unidos puede presionar a China de forma unilateral”, afirma este periódico cercano al régimen comunista.

Entretanto, Pekín debe acelerar la construcción de otros portaaviones y “plantearse inmediatamente la instalación de bases de abastecimiento en Sudamérica”, opina.

Además de la marina, China también moderniza su ejército del aire.

El diario China Daily anunció este lunes que el país acababa de probar un nuevo prototipo de avión de combate furtivo, una versión mejorada del FC-31 Gyrfalcon, antaño conocido como J-31.

El aparato puede transportar ocho toneladas de armas, incluidos seis misiles en la bodega y otros seis en las alas.

El desarrollo armamentístico chino aún no impresiona a Washington, que dispone de una decena de portaaviones en servicio y de una red de bases navales repartidas en todo el mundo, dice David Kelly, del centro de investigación China Policy, con sede en Pekín.

Para China, que no tiene bases en otros continentes, un portaaviones es, sobre todo, un gesto “simbólico y de consumo interno”, observa el investigador. “Esto apenas tiene importancia estratégica (…) pero le recuerda a Estados Unidos que China tiene una herramienta de presión en la región”.